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Un Martes Santo puro y de esperanza

Crónica del Martes Santo 2023. Las Lágrimas

Redacción: Virginia Custodio Cuéllar

Fotografías: Paco Rosco Rosco y José Luis Moreno Palmerín

La Semana Santa son detalles: jornadas en familia, la sorpresa de los más pequeños o el esfuerzo de un costalero. El Martes Santo, en Mérida, es Humildad y Lágrimas.

San Juan lo sabe, por fin es Martes Santo. El contador se pone a cero, y a las 19 horas, ya la Cruz de Guía está a escasos centímetros de abandonar la Parroquia de San Juan Bautista y María Auxiliadora para iniciar la estación de penitencia más extensa de la Semana Santa emeritense. Tras esa Cruz de Guía, aguardan nazarenos, mantillas, diputados, pero restarán unos minutos aún, para que esa Cruz de Guía marque el camino hacia la Concatedral de Santa María, a donde peregrina un barrio, humilde y con lágrimas en los ojos, al paso de sus Titulares.

Pero volvamos a esa salida, si los vecinos esperan el inicio del desfile, los que más ganas tienen de este Martes Santo son los más pequeños. Ellos, con sus hábitos verdes y sus capas blancas, con sus bolsos para llevar caramelos, lucen una gran sonrisa, contagiosa, es Martes y van a acompañar a Jesús de la Humildad y María Santísima de las Lágrimas en su catequesis por la ciudad. Son pequeños, pero ¿qué será la Fe?, que ni, aunque salen con el sol brillando y regresan con la luna, cansados y agotados, pierden esa sonrisa inocente y cariñosa, al acompañar a su Cristo y a su Virgen.

El cortejo de nazarenos está formado, se suman la” Banda de Cornetas y Tambores Jesús Nazareno” de Sevilla y la “Agrupación Musical Nuestra Señora de la Paz” de Mérida y se dirigen, rápidos, a la casa de Hermandad, al encuentro de los Titulares. En el interior de la misma, los custodian cuarenta mujeres, a Jesús de la Humildad, y veintiocho hombres a la Virgen, pero no están solos, les esperan muchos fieles que se agolpan en las aceras. Ellos no tendrán la suerte de tener a sus imágenes cerca, por unas horas, pero quieren despedirse, quieren volver a pedirles por aquellos que no pueden estar en esos momentos, y lo hacen en silencio y con lágrimas en los ojos, rezando, pidiendo salud o dando gracias por lo que sólo ellos y su Cristo y su Virgen saben.

Las portadoras, con mimo, al unísono y de forma coordinada sacan la imagen, llega el momento esperado y con un cariño, del de verdad, del que se demuestra, se disponen a iniciar el recorrido de Jesús de la Humildad, que luce con orgullo, la nueva túnica realizada en el taller de bordados de la Hermandad. Un Jesús que con un brazo sujeta la Cruz y con el otro, extendido, parece querer dar las gracias a todos los vecinos que lo miran con devoción, sobre un monte de romero y siemprevivas, mientras que, en los laterales, las calas blancas se mezclan con las flores moradas, entre las que destacan las rosas lilas, símbolo de eternidad.

Mientras, aguarda María Santísima de las Lágrimas, a su alrededor, su cuadrilla de costaleros se hace una foto para inmortalizar el momento y los nervios previos se traducen en abrazos, sonrisas y deseos de buena estación de penitencia de sus costaleros entre sí y con sus capataces, Ramón González y Domingo Jiménez.

Despacito, poco a poco, en silencio, ante una gran expectación, sale la Señora del Barrio de San Juan. Ya en la calle, la reciben los sones de la agrupación de la Paz y es el momento, en el que los fieles no quieren o no pueden impedir que las lágrimas broten de sus ojos, son muchos los recuerdos y momentos vividos. “Al cielo con ella”, se escucha debajo del paso de la Virgen y suena “La Saeta” y los costaleros orgullosos, mueven a su Madre, que camina detrás de su Hijo, con el cariño de un barrio que los acompaña cuando cruzan por el puente sobre el Albarregas, una de las más imágenes más singulares de la Semana Santa de Mérida. La Hermandad cruza el parque de la Ermita y va dejando atrás las calles estrechas de San Juan para hacerse grande en la Avenida Juan Carlos I.

Una Hermandad que se encamina a la carrera oficial, pero que antes tiene una cita con la patrona de Mérida, con Santa Eulalia, a la que visitan en su Basílica, antes de disponerse a entrar en carrera oficial, y lo hacen con el orgullo, con la ilusión de los más pequeños que continúan con una sonrisa velando por sus titulares y así llegan a la Concatedral.

Toca volver a casa, donde los sentimientos se intensifican, y a medida que San Juan está más cerca, los cirios verdes comienzan a disminuir de tamaño, el paso de las portadoras y costaleros aumenta, los rostros de cansancio aparecen, pero esos nazarenos, al igual que los vecinos de San Juan siguen acompañando a la Hermandad de Jesús de la Humildad, María Santísima de las Lágrimas y Santa Ángela de la Cruz, en su regreso a casa.

La Semana Santa son detalles: jornadas en familia, la sorpresa de los más pequeños o el esfuerzo de un costalero. El Martes Santo, en Mérida, es Humildad y Lágrimas.

Galería de Imágenes y Vídeos: Paco Rosco Rosco y José Luis Moreno Palmerín.

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