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Franciscana Hermandad y Cofradía del Santísimo Cristo de la Vera Cruz y María Santísima de Nazaret

Hábito y Escudo

Fundación: 1985.

Número de Hermanos: 450.

Imágenes:

  • Santísimo Cristo de la Vera Cruz.
  • María Santísima de Nazaret.

La imágen de Santísimo Cristo de la Vera Cruz es de Eduardo Zancanda Pérez (Madrid 2001). La imágen de María Santísima de Nazaret es de De Luis Álvarez Duarte (Sevilla 1984).

Hábito:

Túnica de raso negro y cubrerrostro de color blanco. Cíngulo blanco con cinco nudos, en memoria de las cinco llagas de Cristo. Calzado negro.
El cubrerrostro llevará, así mismo, en la parte delantera, el Escudo de la Hermandad y Cofradía del Santísimo Cristo de la Vera Cruz y María Santísima de Nazaret.
(Art. 5. Punto 5.2.- de los Estatutos).

Junta de Gobierno:

  • Hermana Mayor: Doña Irene Leitão Pereira.
  • Vice-Hermana Mayor: Doña Elena Fernandez Hernández.
  • Tesorero: Don Jesús Palma.
  • Secretario: Don Ignacio Corral.

Reseña Histórica:

Su fundación supuso un gran revulsivo para la Semana Santa de Mérida convirtiéndose en una de las grandes innovadoras. Fue algo así como la apertura de una imaginaria ventana por la que entró algo de aire fresco en el añejo (que no viejo) aroma de la Semana Santa. Su fundación trajo consigo la adopción de una terminología más al uso cofrade sevillano como “Hermanos de luz” “Diputado Mayor de gobierno” “Cabildo de Hermanos”, “Función Principal de Instituto” o “Prioste” que, adoptadas en la actualidad plenamente, entonces no dejaban de crear, en algunos sectores, algo de escepticismo.

Unos comienzos nada fáciles pero ilusionantes, en los que la juventud, el ímpetu y las ganas de quienes lo hicieron posible, -gracias a Dios-. Supuso que no se vinieran abajo en ningún momento. No era fácil entonces, ni ahora, arrancar con un nuevo proyecto cofrade. Más si cabe si tenemos en cuenta que, por aquel entonces, la estructura de la Semana Santa se consideraba, cuanto menos, cerrada.

Y así fue como el grupo de jóvenes cofrades que se embarcaron en esta aventura llevaron a buen puerto el nacimiento de esta Hermandad, trayendo aires nuevos a la Semana Santa presentando, en 1982, sus intenciones ante la Junta de Cofradías quienes recibieron el proyecto con ilusión. Llegaban apostando fuerte, encargando la ejecución de su imagen mariana a la gubia del afamado Luis Álvarez Duarte, imaginero sevillano que en Mérida ya había trabajado en varias restauraciones de dolorosas y que con María Santísima de Nazaret, entronizaba una imagen de su “factura” en nuestro patrimonio.

María Santísima de Nazaret puede considerarse, en mayor o menor medida, como una de las obras “cumbre” de este imaginero y que sirvió de “modelo” para otras dolorosas que, salidas de su taller, jalonan otras Semanas Santas de la geografía española.

La Hermandad de la Vera Cruz realizó su primera estación de Penitencia el Jueves Santo de 1985, aunque no fuera ese el día elegido por la Junta de Gobierno para su Estación de Penitencia ya que, con el fin de ir ocupando otros días de la Semana Santa y evitar la concentración de Hermandades en el Jueves Santo, eligieron como día de salida el Miércoles algo a lo que, la Junta de Cofradías, no dio el visto bueno.

Aparecía María Santísima de Nazaret vestida de hebrea, humilde, sobre un monte de claveles rojos a los pies de la Cruz de la que pendía un sudario. Y no sólo sorprendía ese aspecto, sino los aires sevillanos en los andares del paso que, en esos primeros años, mandó el que por entonces era costalero de la Estrella de Sevilla, José Manuel Salazar. Se trataba de la primera cuadrilla de costaleros de la Semana Santa de Mérida.

En aquella primera salida procesional llamó la atención el enorme carácter penitencial de la Hermandad que, antes de la salida, hace voto de silencio. Cuestiones que, junto a la longitud del recorrido, la hacían “poco atractiva” para “vestirse de Nazareno”. Así mismo, llamaban la atención sus largos capirotes “al estilo sevillano”.

Poco a poco, por su actividad e implicación, la Hermandad fue haciéndose un hueco en la Semana Santa de Mérida. Hecho que, por otra parte, no era su principal objetivo, sino que pretendían mostrar que una Hermandad puede estar viva los 365 días al año, con diferentes actuaciones en su parroquia, asistenciales y formativas pasando a ser parte importante de la Parroquia.

Gustaban las nuevas maneras, esos nuevos aires que iban derribando los invisibles muros del inmovilismo imperante en aquella época. Pasaron momentos de dificultades entrando en Junta Gestora en el año 1989. Un bache que no hizo sino afianzar los mimbres de la Cofradía con la creación de una Comisión Organizadora para llevar a cabo el trabajo diario de la Cofradía “organizar la casa por dentro y por fuera” .

Este Equipo de Trabajo, consiguió que, el 25 de noviembre del año 2000, tras la presentación y aprobación de los Estatutos, se celebrara el primer cabildo general de elecciones para que comenzaran a trabajar como Junta de Gobierno.

Volviendo al año 1989, el Grupo de Trabajo se fue “buscando la vida” para ir engrandeciendo su patrimonio ¿Cómo? Haciendo lo más posible en casa. Crearon un taller de bordados, de la mano del maestro Fernando González que, a la par que enriquecía el patrimonio de la Hermandad, enriquecía igualmente el patrimonio del resto de Hermandades, no sólo de Mérida, sino de distintos puntos de la Geografía extremeña y española. Y tuvieron su primer palio, el primero de hasta tres que ha tenido la Virgen, así como un riquísimo ajuar completado, tras varios mantos, con uno impresionante, de salida, ricamente bordado.

La Hermandad, a través de ese Grupo de Trabajo encargó la imagen del Santísimo Cristo de la Vera Cruz al escultor emeritense Eduardo Zancada. Hasta la llegada de la imagen del Cristo, y completando así su ausencia en la Estación de Penitencia, procesionaron la “Vera Cruz”, la cruz adquirida en 1987 para el Cristo, portada por cuatro penitentes sobre sus hombros durante todo el recorrido.

La llegada del Cristo no estuvo exenta de polémica. Los plazos se agotaban y la obra no llegaba. La Hermandad anunciaba para la Semana Santa del año 2000 que, por fin, el Cristo procesionaria el Jueves Santo… no llegó y volvieron a cargar la Cruz desnuda, esta vez, sobre su paso.

Los incumplimientos en la entrega por parte del escultor llegaron hasta los medios de comunicación con la convocatoria de una rueda de prensa por parte de la Hermandad en la sede del Liceo de Mérida. Ya en la Semana Santa de 2001, las aguas volvieron a su cauce con la llegada del Santísimo Cris-to de la Vera Cruz, según se comunicó oficialmente, a falta de unos retoques en policromía pero que pudo procesionar con un tono de piel un tanto “distinto”.

En realidad, no estaba terminado en esa Semana Santa, sino que le faltaba todavía una pátina, pero la Hermandad no quiso espera más. El Cristo debía salir y presidir su Estación de Penitencia. No sería hasta 2002 cuando pudimos contemplar, en toda su plenitud, la portentosa imagen de este Cristo expirante que, pasada la Semana Santa de 2001 se vuelve a enviar a Madrid para que el escultor le dé la pátina definitiva. Se bendijo el 16 de marzo del año 2002.

Completaban, así, la estructura de su Estación de Penitencia en la que no faltaba otro elemento “adoptado” para nuestra Semana Santa, la presencia de acólitos con sus dalmáticas en la delantera de los pasos con ciriales e incienso.

Igualmente llama la atención la creación de la sección de “Caballeros del Santísimo Cristo de la Vera Cruz” que acompañan a la imagen con traje de chaqueta, una banda verde y portando en su mano un báculo. Se trata de un grupo creado para potenciar el culto en torno a la imagen y que está formado por los hermanos de más edad en la cofradía o costaleros que, por diversos motivos, ya no sacan el paso pero quieren seguir vinculados a la venerada imagen.

Desde su fundación, la Hermandad siempre buceó en la búsqueda de sus orígenes en la antigua Hermandad de Disciplinantes de la Vera Cruz que, en entre 1530 y 1561, procesionaba por las calles de Mérida. Lo hacían desde el convento de San Francisco (actual Mercado de Calatrava) en la noche del Jueves Santo, con túnicas verdes y las espaldas desnudas flagelándose, presididos por una sencilla cruz que se portaba sobre unas andas .

Se da la circunstancia, además, que éste es el lugar en el que desde siempre montan su altar en el Corpus Christi. Finalmente se le reconoció dicha antigüedad y, además, el carácter franciscano adoptando como titular, para su Grupo Joven, a San Francisco.

Extracto del libro “La Vida en una Semana”®

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