Qué  bonito es ser niño un Domingo de Ramos!.

Te despiertas, como si del Día de Reyes se tratase, y corriendo vas a por el regalo. 

Empiezan los nervios. Los nudos en la barriga. La piel de gallina. Y es que parece mentira que volvamos a las calles después del calvario que, como Él, hemos pasado estos años. 

Pero qué bonita esa sensación!  La ilusión del niño que, por primera vez este año ha sabido  lo que es, realmente, vivir un Domingo de Ramos porque no le han permitido vivirlo antes. Ese niño que se ha tirado horas viendo procesiones por un aparato y que por fin, ayer sintió lo que es ser un Infantil. Ese niño, que ya está  representado en el paso, mirando a la hebrea con los mismos ojos con los que los niños ayer lo miraban a Él, a la hebrea, a la Burrita, a Jesús, a las capas rojas, a las palmas….

Qué bonito volver a tener entre las manos caramelos con los que repartir el sabor dulce que renace en este Domingo de Ramos.

Domingo de Ramos de reencuentros. Reencuentros con las sensaciones perdidas; con los lugares más conmovedores de la cuidad; con las estampas que dejan las capas rojas y palmas amarillas. Reencuentro con la Paz que nos da a saber que volvemos a disfrutar de lo que hace dos años nos quitaron. Reencuentro para muchos y primeros pasos para muchos otros.

Ayer, por fin,  se abrieron  las puertas de Santa María y con ellas las del Cielo, desde cuyo balcón miraban muchos ojos que alumbraban esos pasos primerizos, incluido el de ésta que escribe.

Y es que a pesar de las dificultades, siempre acompañaré a la gran marea roja.

Galería de Imágenes: Paco Rosco Rosco y Marco A. Sánchez Nova.

Vídeo: Cadena COPE Mérida.