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Septenario a la Virgen de los Dolores. Cuarto día

CUARTO DOLOR: La Virgen María encuentra a su Hijo con la cruz a cuestas camino del Calvario.

HIMNO: Ay dolor, dolor, dolor.

¡Ay dolor, dolor, dolor, por mi hijo y mi Señor!
Yo soy aquella María del linaje de David:
¡Oíd, hermano, oíd la gran desventura mía!
A mí me dijo Gabriel que el Señor era conmigo,
y me dejó sin abrigo más amarga que la hiel.
Díjome que era bendita entre todas las nacidas,
y soy de las doloridas la más triste y afligida.
Decid, hombres que corréis por la vía mundanal,
decidme si visto habéis igual dolor que mi mal.
Y vosotras que tenéis padres, hijos y maridos,
ayudadme con mis gemidos, si es que mejor no podéis.
Llore conmigo la gente, alegres y atribulados,
por lavar cuyos pecados mataron al Inocente.
¡Mataron a mi Señor, mi redentor verdadero!
¡Dolida!, ¿cómo no muero con tan extremo dolor?
Señora, santa María, déjame llorar contigo,
pues muere Dios y mi amigo, y muerta esta mi alegría.
Y, pues os quedan sin Hijo, dejadme ser hijo vuestro.
¡Tendréis mucho más que amar, aunque os amen mucho menos! Amén.

Del Santo Evangelio según San Lucas (23, 26-32)

Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús. Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él.

Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que vienen días en los que dirán: “Bienaventuradas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado”. Entonces empezarán a decirles a los montes: “Caed sobre nosotros”, y a las colinas: “Cubridnos”; porque, si esto hacen con el leño verde, ¿qué harán con el seco?». Conducían también a otros dos malhechores para ajusticiarlos con él.

Palabra del Señor.

INTENCIÓN PARA TODOS LOS DÍAS:

Unidos como hermanos, pidamos al Señor y a la Santísima Virgen de los Dolores:

  • Por todos los enfermos, de un modo especial por todos los afectados por el coronavirus o por enfermedades graves.
  • Por los sanitarios y por todas las personas que, en estos días de crisis, se exponen para servir al bien de todos.
  • Por todos los difuntos.
  • Por los familiares de los enfermos y de los difuntos.
  • Por toda la humanidad.

Pedimos salud para los enfermos, la vida eterna para los difuntos, esperanza y fortaleza a todos los que sirven al bien de los demás, así como a los familiares de unos y otros.

Para todos, pedimos que cese esta pandemia.

ORACIÓN FINAL.

Dame tu mano, María,

la de las tocas moradas;

clávame tus sietes espadas

en esta carne baldía.

Quiero ir contigo en la impía

tarde negra y amarilla.

Aquí, en mi torpe mejilla,

quiero ver si se retrata

esa lividez de plata,

esa lágrima que brilla.

Déjame que te restañe

ese llanto cristalino

y a la vera del camino

permite que te acompañe.

Deja que en lágrimas bañe

la orla negra de tu manto

a los pies del árbol Santo

donde tu fruto se mustia.

Capitana de la angustia:

no quiero que sufras tanto

Que lejos, Madre, la cuna

y tus gozos de Belén

“No mi Niño. No hay quien

de mis brazos te desuna”.

Y rayos tibios de luna,

entre la paja de miel,

le acariciaban la piel

sin despertarle ¡Que larga

es la distancia y qué amarga

de Jesús muerto a Emmanuel!

¿Dónde está ya el mediodía

luminoso en que Gabriel,

desde el marco del dintel,

te saludó: “Ave María”?

Virgen ya de la agonía,

tu Hijo es el que Cruza ahí.

Déjame hacer junto a ti

ese augusto itinerario.

Para ir al monte Calvario,

cítame en Getsemaní.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Bendigamos al Señor

Demos gracias a Dios

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