La emoción de cada 9 de diciembre
Dicen que todos los caminos llevan a Roma, y es cierto, pero no es menos cierto que todos los caminos llevan a Santa Eulalia. Si no, que se lo digan a los miles de peregrinos que, no sólo durante el día 9 de diciembre, sino durante todo el puente, han realizado el camino de la Mártir desde la Ermita de Perales hasta su Hornito.
Caminando, así se despierta Mérida cada 9 de diciembre, y caminando por la Mártir ¿hay mejor motivo? Un camino de esperanza, de Fe, de peticiones, de agradecimiento por las gracias concedidas, de recuerdos… Y así, paso a paso, el 9 de diciembre nos va envolviendo en el halo de Eulalia, la niña Mártir por la que sienten verdadera devoción los emeritenses y devotos de otros puntos de la geografía nacional e internacional que ven en Eulalia el destino de sus oraciones.
El movimiento alrededor de la Basílica durante la jornada es el hermoso preludio de los días grandes, del Día Jubilar de Santa Eulalia. Mientras las velas se van acumulando en el Hornito, comienzan a elevarse las oraciones y plegarias. Santa Eulalia, en su templete de plata y con ese hermoso traje rojo adamascado en oro es el destino de todas las miradas.
¿Se puede estar más elegante y bella? La sencillez y el realce de la Mártir en su trono de plata reciben al visitante nada más traspasar el dintel de la Basílica, envuelta en un perfume de rosas que hace más solemne el ambiente. Comienzan a sonar tambores, la banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora del Pilar, de Villafranca de los Barros y La Pasión llega puntual a la cita. Tras ella, la Agrupación Musical Santa Cecilia que se sitúa ante el Hornito.
Fotografías: Antonio Moreno Barriga
Poco a poco el silencio se va rompiendo con el redoblar de los tambores y el sonido de las cornetas, en las puertas de la Basílica se va sintiendo la emoción, cuando el paso, en ese notable esfuerzo que realizan cada año los privilegiados portadores de la Patrona de Mérida, consigue pasar el bajo dintel de la puerta. Un reguero de lágrimas, vítores y palmas recibe a la Patrona que, envuelta en un halo de luz, avanza por el atrio a los sones de la Banda de Música de Mérida interpretando su himno “Gloria y Honor”.
A partir de ese momento se para el tiempo, la Mártir está en la calle rodeada de miles de personas que no quieren perderse ni un detalle de su lento caminar. Las campanillas del templete provocan el efecto que la flauta del flautista de Hamelin, todos detrás de ella. La Mártir alcanza el Parador y los sones de la Capilla Gregoriana de la Hermandad del Calvario provocan el silencio y el recogimiento en una plaza en la que el pueblo, enfervorecido, contiene las emociones.
Nada más pasar el Arco de Trajano comienzan a llover sobre el paso los pétalos de más de 6.000 claveles que han sido preparados por la Hermandad del Calvario. Mientras suena Cristo de las Aguas la Mártir recibe la ofrenda de su pueblo mientras su templete queda, literalmente, oculto por los pétalos.
Mientras, en la Plaza de España, comienza a sentirse su presencia cuando, sobre las 22.30 horas, aparece Santa Eulalia para conquistar el corazón de la ciudad. Poco a poco, en una revirá interminable, Santa Eulalia se pone mirando a su pueblo, a sus fieles, para introducirse poco a poco en la Concatedral de Santa María mientras los Infantiles derraman sobre ella una nueva lluvia de pétalos entre los aplausos de los emeritenses que no quieren perderla de vista y que esperarán a que, el 10 de diciembre, la Mártir vuelva a hacer su recorrido inverso.
Fotografías: Manuel Molina Bolaños