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Eulalia, la peseta y el bastón

Cantaba La Marara “y en una noche de espanto, salió huyendo por el campo cuando nadie la veía…”, y tal cual, el día apuntaba malas maneras aunque en los previos de la salida el cielo comenzara a despejarse.

Valiente, Eulalia salió al reencuentro con su pueblo, no llovía, ni había previsión de que lo fuera a hacer. El caso es que Eulalia comenzó su recorrido triunfal por las calles de Mérida apareciendo en su atrio, con toque manual de campanas y fandangos de Huelva, como si quisiera extender su manto a los pueblos onubenses que la tienen por patrona.

Avanzaba la procesión hacia el centro de la ciudad y, en la Puerta de la Villa, aparecieron las primeras gotas que no hicieron desistir a Eulalia de su empeño de seguir con su camino, como aquella noche del 304.

Ya en el Templo de Diana, la Mártir se creció y sacó arrojo para avanzar entre la multitud de paraguas que se abrían a su paso. Una intensa petalá comenzaba a caer sobre Ella en la calle Romero Leal, al tiempo que la lluvia se hacía más insistente por lo que, en Plaza del Rastro, reviró con elegancia para enfilar la Plaza de España y entrar, directamente, en Santa María.

Ya en la Concatedral se volvieron a vivir las emociones decembrinas de la Víspera eulaliense y, recuperando una antigua tradición, la Asociación entregó al párroco de la Concatedral una peseta, sí, una peseta para la estancia de Santa Eulalia en las naves de la parroquia durante esa noche. ¡Qué bonito es recuperar tradiciones!

A la mañana siguiente todos estaban en su sitio, desde las asociaciones religiosas hasta el piquete del GACA XI que acompaña anualmente a la patrona. Desde las bandas a la Asociación de la Antigua que llegaba cuajada de cantes y flores. Y no faltaba, por supuesto, la Corporación Municipal.

Fue a la llegada de la Corporación cuando el alcalde, Antonio Rodríguez Osuna, quiso entregar el bastón de mando de la ciudad a la Patrona como Alcaldesa Perpetua. Se trataba de la primera vez que un alcalde, durante su mandato, le hacía entrega de este símbolo que procesionó a los pies de la Patrona. Sí es cierto que el alcalde López de Ayala le regaló, al finalizar su mandato, una réplica del mismo que la Mártir procesiona el 9 de diciembre, pero se trataba, en esta ocasión, de portar el bastón en vigor que pasa, cada cuatro años, de manos de un alcalde a otro.

Llegaba la Mártir entre pétalos y flores, entre los bailes infantiles de La Antigua y los sones de la OJE, La Paz y la Banda de Música de Mérida… y las campanas manuales, rito ancestral que nos trasladaba a otros tiempos.

Eulalia desafió al tiempo volviendo a conquistar el corazón de los emeritenses.

Fotografías y Videos: Luis Zama Álvarez, Paco Rosco Rosco, Manolo Molina Bolaños y Raúl Flores Hernández

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