Y al final del camino … Eulalia
Redacción: Mario Hernández Maquirriaín
Fotografías y Vídeos: Manuel Molina Bolaños, Luis Zama Álvarez y Paco Rosco Rosco
Lo ocurrido en Mérida el pasado 13 de octubre está ya marcado a fuego en la historia de dos ciudades: Mérida y Totana, ciudades hermanadas bajo el patronazgo de Santa Eulalia desde hace 20 años.
No se recuerda un acontecimiento religioso de tal calibre en nuestra ciudad, un acontecimiento que nos regaló lágrimas, emociones, alegría y, sobre todo, esperanza. La esperanza de que el trabajo realizado va dando sus frutos, que cualquier esfuerzo merece la pena y más si es en el nombre de Eulalia.
Se demostró que Ella es faro y guía, es origen y destino. Porque, aunque no haga falta que lo repitamos, esa llama perpetua que alumbra en el Kilómetro 0 de los Caminos Eulalienses es, como su ciudad, el epicentro en el que confluyen y del que parten los caminos de su devoción, los que le llevaron a ser Patrona de España, los que la llevaron a los lugares más remotos, por mucho que algunos quisieran plagiar su gesta y convertirla en quién no era. Un lugar que, no hay lugar a dudas es Cuna del Cristianismo Hispano.
Por ello lo de este fin de semana es especial, y será especial todo lo que viviremos a partir de ahora. Porque había que hacer algo grande y, para grandes, los más de mil totaneros y totaneras, y los Eulalienses de Almonaster la Real y Santa Olalla del Cala que quisieron que ese momento fuese de oro.
Para ello, Santa Eulalia de Mérida, La Santa de Totana, durmió inquieta la noche del 12 de octubre en la Parroquia de Nuestra Señora de los Milagros esperando esa mañana de encuentro. Bien recibida por la Comunidad Parroquial y la Asociación de Vecinos, la noche de júbilo y vigilia hacían prever que, poco a poco, se acercaba un día grande. En definitiva, un 9 de diciembre sobre el suelo de Nueva Ciudad
Y no eran dos Eulalias, era una. Eulalia estaba presente, más que nunca, bajo su templete de plata en ese relicario que cobija nuestra reliquia más preciada, ese trocito de Ella que llegó a Mérida en 1976 portada por el entonces párroco de Santa Eulalia D. Fernando Gallardo. Esa vértebra axis de la que emana la luz en la Basílica de Santa Eulalia, se acercó al otro lado del Puente Romano, el mismo que recorrió aquella noche gloriosa de diciembre, a recibir a Santa Eulalia de Mérida en Totana, la iconografía de nuestra Mártir y que para los totaneros, como dijera su alcalde, Juan Pagán, es su bien más preciado.
No eran dos, era sólo una, era el sueño de aquel sacerdote amable y bondadoso, de pequeña estatura pero de una grandeza enorme, D. Juan Fernández, ese sueño en el que los emeritenses, totaneros y resto de Eulalienses del 2023 pudimos presenciar ante nuestros ojos, mientras sonaban las jotas, las rondallas, los fandangos y el cielo se llenaba de fuegos artificiales que anunciaban que, por fin, el camino trazado por Julián Larroya hace seis años, con su bicicleta, se convertía en el primer Camino Eulaliense.
Para quienes tuvimos la suerte de vivirlo, de disfrutarlo y de emocionarnos con ello, fue un auténtico regalo. La Plaza de España vivió un 10 de diciembre en pleno mes de octubre. Y tras las ceremonias religiosas, las actividades de convivencia donde el ambiente se desbordaba en el coqueto Parque López de Ayala.
El Templo de Díana se convirtió en Templo de Folclore Eulaliense, de Extremadura, Huelva y Murcia para dejar paso a un Vía Martyrum en el que todos y todas volvieron a revivir el último tramo del caminar de la Niña Eulalia por las calles de Mérida.
Sin duda, quedó rubricado para siempre que, al final del camino, está Eulalia, la de Mérida, desde cuyo túmulo emanó el Cristianismo en España.
Galería de Imágenes y Vídeos: Manuel Molina Bolaños, Luis Zama Álvarez y Paco Rosco Rosco.