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Donde se guarda el Amor

Crónica del Domingo de Ramos 2023. Sagrada Cena

Redacción: Mario Hernández Maquirriaín

Fotografías: Marco A. Sánchez Nova y Manuel Molina Bolaños.

Expectación, nervios, ganas, deseo de ver a Cristo en la calle, entregándose a sus hermanos mientras el Judas, cobarde, intenta bajarse del paso.

Que Cristo consagra la Eucaristía en la Plaza de Margarita Xirgú y bendice a la ciudad, desde los altos de José Ramón Mélida, es algo que los cofrades de Mérida tenemos más que asumido.

Que el Jesús del Amor, cada Domingo de Ramos, despliega toda su advicación desde La Argentina es algo que apreciamos los que creemos que, cuando Él partió el Pan, se quedó con nosotros.

Así las cosas, la Sacramental hizo las cosas que tenía que hacer. “Somos pobres siervos…” Y desde La Argentina, desde esa Parroquia de San José donde se guarda el Amor comenzó a desparramarse el vino empapando las capas y cubrerrostro de todos los que, con la ilusión de un Domingo de Ramos, avanzaban tras la Cruz de Guía tras la llamada de abuelo y nieto a una puerta por la que, cada Domingo de Ramos, el Amor cobra todo el sentido del mundo.

Expectación, nervios, ganas, deseo de ver a Cristo en la calle, entregándose a sus hermanos mientras el Judas, cobarde, intenta bajarse del paso. El Señor del Amor tiene mirada de ternura, de aceptación. Está entre sus amigos y sabe, a ciencia cierta que el final está cerca, aunque ellos no lo entiendan. ¿Lo entendemos nosotros? Sin duda la cena más dulce para su lado divino fue la cena más amarga para su lado humano.

El incienso, que lo envuelve todo, deja entrever espigas doradas que serán pan, claveles rojos de pasión y todo el arte emeritense sobre la mesa de las prodigiosas manos de Juanma Pérez Vinagre. No es lujo, es … Arte.

Mientras el Señor avanza por la Argentina, buscando el corazón de la ciudad, las miradas se clavan en el abrazo de Juan, ese abrazo de amigo que no entiende, a su corta edad, que el Maestro debe seguir haciendo lo que tiene que hacer.

Avanza la cofradía ya en el Templo de Diana tras su paso por Carrera Oficial y llega ella, la Madre, la que sabiendo también lo que tenía que hacer, aguantó con entereza hasta el Descendimiento de la Cruz. La Virgen del Patrocinio no llora ¿O sí? Tiene el lagrimal a punto de estallar pues sabe que llega la hora, pero antes se enseñorea, con unas chicotás de oro ante el Templo que en su día era su palio y que hoy se convierte en cenáculo, en gran escenario para el inicio de la Pasión.

El Grupo de Cámara de la Hermandad comienza a interpretar Mi Amargura. La Virgen, que sabe que está ya en camino de vuelta, avanza lentamente, de a poquito, como si no quisiera abandonar el centro de la ciudad pero, acelera el paso, bien llevada por sus costaleras, porque ya desea reencontrarse con su barrio, el que cada día del año, consuela sus penas.

Ternura, devoción y Fe ante el palio que preside nuestra patrona y a través del cual contemplamos el cielo emeritense. Joyerito de malla plateada, espigas y vino tinto que marcan la elegancia de esa madre que cierra, al borde de la madrugada, el Domingo de Ramos.

Amor y Patrocinio son la perfecta simbiosis de cofradía de barrio, de gente buena, de cofrades de casta, de abuelos y nietos… En definitiva, la conjunción perfecta para, junto a ellos, entrar de lleno en la Semana Santa desde el lugar donde, durante todo el año, se guarda el Amor de Cristo por todos nosotros.

Galería de Imágenes y Videos: Marco A. Sánchez Nova y Manuel Molina Bolaños.

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