Rosas inglesas, culmen de la elegancia
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“Parece que la Virgen de las Angustias quiere quedarse para sí ese momento íntimo en el que acaricia el cuerpo inerte de su Hijo“ |
Que el Viernes Santo hay que mirar al cielo se ha convertido en un clásico de la Semana Santa de Mérida. Parece que la Virgen de las Angustias quiere quedarse para sí ese momento íntimo en el que acaricia el cuerpo inerte de su Hijo.
Y así sucedió este Viernes Santo..Con precaución, pero con decisión, los Ferroviarios plantaron su cruz de Guía en la calle para que, a pesar de la amenaza de lluvia, compartiéramos con la Virgen de las Angustias su momento.
Otra cosa clara es que los Ferroviarios van encontrando la perfección en este paso de misterio que, este año, nos dejaba estampas de antaño. Con saya y manto negro, y con un fajín con los atributos de la Pasión, la Virgen de las Angustias mostraba su llanto desgarrado en la Basílica de Santa Eulalia. Tal es la perfección que no llamaron la atención sus andares, propiciados por su cuadrilla perfectamente consolidada, sino por el exorno floral de rosas inglesas que adornaba su paso ¿hay espacio para más elegancia?
La cofradía salió con una idea clara, acortar su recorrido ante una amenaza de lluvia que no se consumó, porque lo dejó todo para la tarde.
Aún así el Viernes de decisiones nos dejó la estampa de la Esperanza por el parque, fundiéndose su palio con el verdor de los árboles.
Antes, nada más salir, y a los sones de “Mi Amargura” recibía una hermosa petalada que corrió a cargo de la priostía del Calvario, mostrando aún más el hermanamiento de las Cofradías emeritenses. Pasaba una hora del mediodía cuando la Cofradía se plantaba en la puerta de la Basílica rubricando así su presencia en el Viernes Santo. Quedaron atrás estampas robadas por la prudencia de una Junta de Gobierno que no quiso exponerse a una decisión mal tomada.
Angustias y Esperanza epílogo de una Semana Santa marcada a fuego en el sentimiento.cofrade de la ciudad. Angustias como siempre, mostrando el camino de la Esperanza que, aunque a veces se pierde, tenemos todo el año en Santa Eulalia.
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