Fé, Esperanza y Caridad
Crónica del santo entierro. cofradía del calvario 2020. #SSMerida2020Virtual
10 de abril de 2020
Redacción: josé miguel galán
Imágenes: antonio moreno barriga, José manuel romero cerrato (Mané), luis zama, Y Francisco Rosco Rosco.
FÉ, ESPERANZA Y CARIDAD.
Año del Señor de 2020. La Naturaleza ha querido asolar la Tierra con un duro golpe. Una Humanidad engreída, descreída e indolente con el sufrimiento ajeno ahora se ve arrodillada ante un enemigo tan pequeño como mortal. Una Humanidad que ve su pretendida grandeza y preeminencia sobre toda la creación ante un espejo en el que queda desnuda su pequeñez.
Mérida no vivirá este año su Santo Entierro, una Estación de Penitencia verdaderamente comunitaria en la que todo el mundo cofrade de la ciudad acompaña a la imagen del Stmo. Cristo del Calvario Yacente en su urna de plata, desclavado y amortajado.
Este año, la Stma. Virgen de los Dolores no podrá acompañar a su Hijo en los momentos previos a su sepultura, una sepultura breve, y ella lo sabe; pero igualmente dolorosa para una Madre que sufre cada uno de sus dolores como puñal clavado en su corazón.
¿Cuántas madres y padres están en estos días muriendo y siendo enterrados sin sus familiares? Decenas de miles. Sus nombres no se estudiarán en los libros de Historia, pero hoy y cada Viernes Santo, los cofrades de Mérida les acompañaremos en su dolor y sentiremos con ellos un puñal de sufrimiento clavado en nuestro corazón. Será cada Santo Entierro, cada Viernes Santo, cuando nuestras almas se fundan en un abrazo fraternal para rezar y pedir a Dios por el alma de todos aquéllos que habrán quedado en el camino de esta enfermedad que nos azota, y rezaremos por el sufrimiento de los que quedan.
Pero no hay que esperar a años futuros, como cada Viernes Santo, vamos ahora a acompañar al Stmo. Cristo del Calvario y a la Stma. Virgen de los Dolores en estos momentos y, con ellos, a todos nuestros hermanos que están pasando por un trance doloroso con la muerte de un ser querido.
Nuestra Cruz de Guía será este año, como faro que nos alumbra en la oscuridad, nuestro Santo Padre, el Papa Francisco, que cada día se dirige al mundo como padre de nuestra comunidad católica. Sus palabras reconfortan nuestro espíritu y acompañan nuestros temores con la esperanza del mañana, sostienen nuestra FÉ.
Cada año, una fila multicolor interminable de nazarenos ofrecen una estampa que fusiona el dolor del cortejo fúnebre con la esperanza de la Resurrección. Este año, el mañana de ESPERANZA son todos los que trabajan por encontrar cuanto antes una medicina que devuelva la salud y una vacuna que nos aleje de la enfermedad.
Esta Estación de Penitencia, peculiar entre todas las que se llevan a cabo en nuestra Semana Santa, acoge a representantes civiles de nuestra sociedad local en un acto que, para ellos, trasciende una profesión pública de fe para conformarse en un acto comunitario de una sociedad que es capaz de reunirse, por multitud de motivos bien diferentes, en torno a un símbolo, un icono: fe, tradición, cultura; en el interior de cada uno se vive la experiencia de una forma, pero todos se unen para transitar por unas calles abarrotadas de personas que se sienten parte de un todo.
Este año especialmente duro, la sociedad se une cada día en los balcones de cada casa para aplaudir, reconociendo en muchos hermanos un acto de CARIDAD: sanitarios que curan y cuidan a los enfermos, operadores de limpieza, fuerzas armadas, cuerpos de seguridad, transportistas, dependientes, etc., etc. Tantos y tantos hermanos nuestros que ponen en peligro sus vidas para salvar otras o para que otros puedan vivir lo mejor posible esta situación. Todos ellos sostienen el corazón en llamas de una sociedad que, si por bien es, aprenderá que el amor puede mucho más que el odio; que la unión en comunidad, en una gran familia, ofrece un refugio inquebrantable en tiempos de tormenta. Porque «No hay amor más grande que dar la vida por los que se ama», y la están dando.
Cerrando el Santo Entierro la Madre, nuestra Madre del cielo que llora desconsolada por cada puñal que le clavamos cuando somos egoístas, cuando dejamos que la avaricia y el ansia de poder desvíen nuestro camino del sendero de la Verdad y el Amor; nos desvíen de Dios. Que no olvidemos nunca que Jesús camina siempre a nuestro lado, solo debemos parar un instante y mirar.
Stma. Virgen de los Dolores, intercede por todos nosotros para que no olvidemos nunca: “Ubi caritas et amor, Deus ibi est” – Donde hay caridad y amor, allí está Dios.
Imágenes en la Memoria: