Crónica Resucitado 2017
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“Así, Jesús Resucitado se convierte en el principal protagonista de la noche, avanzando por la avenida seguido el ferroviario San Juan Evangelista, el discípulo amado que le acompaña en busca de su madre en la Puerta de la Villa.“ |
LA VIDA VENCE A LA MUERTE. RELOJES DE ACERO
Cuando la Esperanza se recoge en Santa Eulalia, en el mediodía del Viernes Santo, sabe perfectamente que, día y medio después, saldrá por sus puertas su hijo resucitado. Por eso en el mediodía del Viernes Santo, ante la tristeza de la jornada, ella siempre deja abierta su puerta, la de la Esperanza.
El atrio de Santa Eulalia, el Sábado Santo, es un ir y venir de coches y camiones desmontando los pasos de las dos cofradías residentes en la basílica y montando los pasos que, al filo de la madrugada, recorrerán las calles de Mérida anunciando la Resurrección.
Y así es, nada más pasar la noche los fuegos de artificio anuncian que Cristo ha vuelto a la vida, que nuestros pecados son perdonados, que una nueva vida nos inunda a todos desde lo más profundo de nuestros corazones. Así, Jesús Resucitado se convierte en el principal protagonista de la noche, avanzando por la avenida seguido el ferroviario San Juan Evangelista, el discípulo amado que le acompaña en busca de su madre en la Puerta de la Villa.
Allí, un gentío espera el momento del Encuentro ante el agua de vida de la fuente que homenajea a los arqueólogos que nos descubrieron el impresionante yacimiento emeritense. Allí llega la Virgen del Mayor Dolor, sabedora de la buena nueva, Cristo Vive, así lo canta Joaquín Mateos en las “Alboreas” a las imágenes tras el emotivo encuentro.
La procesión busca el Templo de Diana, donde el hercúleo Resucitado se confunde con una de las columnas del templo para, poco después, llegar a la Carrera Oficial.
Poco a poco la procesión busca su Basílica anunciando la buena nueva. San Juan camina primero, quiere gritar a los cuatro vientos la alegría de la Resurrección mientras la Virgen, María en su mayor alegría, no pierde de vista el camino que trae su hijo con los brazos en señal de victoria.
Nuevamente la vida vence a la muerte, nuevamente los relojes a cero para que corran lentamente hasta que pasen 341 días en que, de nuevo, comience la Semana Santa.
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