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Crónica Madrugada del Viernes al Sábado Santo (Soledad) 2016

Fecha:
26 de Marzo de 2015
Redactor:
Luís Miguel González Pérez
Fotografías:
Manuel Molina Bolaños
Tres golpes de llamador avisan del inicio de la procesión. Un nuevo golpe hace que el paso se conmueva, los costaleros esperan impacientes una última llamada para realizar la primera “levantá”. El capataz golpea nuevamente el llamador, y todos a una se esfuerzan para acercan un poquito más al cielo a la Santísima Virgen de los Dolores en su Soledad.“

MADRUGADA DEL VIERNES SANTO: PROCESIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN DE LOS DOLORES EN SU SOLEDAD

Noche cerrada en Mérida. La luna ilumina el cerro del Calvario, corazón del Barrio y solar sobre el que se yerguen los restos del “castelum aquae”. A su lado, la ermita del Calvario acoge la imagen de la Santísima Virgen de los Dolores, y a su alrededor esforzados costaleros repiten, por segunda vez en pocas horas, el rito de fajarse y colocarse el costal. La Virgen de los Dolores va a volver a salir, para compartir en Soledad su dolor con las buenas gentes del Barrio.

Tres golpes de llamador avisan del inicio de la procesión. Un nuevo golpe hace que el paso se conmueva, los costaleros esperan impacientes una última llamada para realizar la primera “levantá”. El capataz golpea nuevamente el llamador, y todos a una se esfuerzan para acercan un poquito más al cielo a la Santísima Virgen de los Dolores en su Soledad. Los capataces susurran a los costaleros órdenes certeras, que van guiándoles para salir de la ermita. En su exterior espera la Cruz de Guía y el estandarte de la Hermandad.

Fotografía: Manuel Molina Bolaños

La Virgen sale. Desprovista de palio, sosteniendo en su mano la corona de espina de su Hijo y portando en su pecho un corazón atravesado por siete puñales. Camina en silencio, rodeada de familias del Barrio que quieren consolarla en su soledad y en su dolor, portando velas encendidas y compartiendo con ella, en silencio, sus oraciones, preocupaciones y anhelos. La arropan, como si quisieran protegerla de todos los males de este mundo, y ella extiende su aterciopelado manto, sobre el que parecen haber caído algunas de las estrellas que lucen en el cielo de esta limpia noche de primavera. Bajo ese mismo manto de estrellas, la Virgen de los Dolores va acogiendo a todos cuantos la acompañan.

Lentamente, la Virgen de los Dolores va caminando por las calles del Barrio, y cuando llega a la Plaza de Luis Chamizo la luna ilumina su rostro, que muestra el dolor por la pérdida de su Hijo, y ella no alcanza a entender lo que ha pasado. Ha perdido a su Hijo y se pregunta ¿por qué? La respuesta está a su alrededor, su Hijo murió por salvar a todos los que la rodean y la acompañan hoy en su soledad, agradeciendo de esta forma su entrega.

Fotografía: Manuel Molina Bolaños

Los costaleros la van acercando nuevamente a su ermita, y suben por la calle Concordia. El paso se ralentiza y sólo se escucha el sonido de sus pies y el leve susurro de las órdenes de sus capataces.

La Virgen de los Dolores llega de nuevo al cerro del Calvario, el rezo del Ángelus pone punto final a esta procesión, y la Hermandad se recoge. Todo está cumplido, las familias que han acompañado a la Virgen en su Soledad, vuelven a sus casas, con una esperanza: volver a vivir la Resurrección de nuestro Salvador.

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