Es cierto que las cosas no pintaban bien desde el principio de la semana. Los partes meteorológicos no eran favorables…Los dioses no eran propicios en esta función…todos más o menos éramos conscientes.

Los precedentes: un Martes Santo a medias; un Miércoles roto y una mañana de Jueves, sin gota de agua pero, desagradable donde las haya.

Conscientes de la que se avecinaba, a las dos y media más o menos, la hermandad anunciaba que adelantaban la salida _ quince minutos sobre el horario previsto, las 18.30- y que recortaban itinerario _sólo iban a llegar al Hornito, obligatorio para el noreste y noroeste siempre, y más en este Año Jubilar_.

Los cuerpos están hechos. Los nervios, templados. La decisión dolorosa, pero aplastante ante las previsiones.

Arriesgar en vano es absurdo…pero fue cruel. Después de la aciaga jornada del Miércoles desde que los emeritenses empezamos a levantar la pestaña -unos antes que otros, por supuesto- el Jueves Santo no había dejado una gota de lluvia sobre las aceras…pero dieron las cinco y media de la tarde.

Qué hora tan torera! La hora de la verdad…

Sólo 45 minutos antes de la salida autoimpuesta por la cofradía en presivión de las lluvias que anunciaban los partes meteorológicos, el sueño de desvaneció…la esperanza pasó a mejor vida. Veracruz anunciaba minutos después que no salía. La Antigua se quedaba sin aire de Jueves Santo. Mérida entera sin eterno suspiro consolador. Sin ojos verdes de Esperanza!!!

Fue cruel…la meteorología nos hizo soñar en ello durante más de 17 horas eternas….

Pero la realidad se impuso. Fue cruel…pero así ocurrió.

Mérida. Jueves Santo de 2024. No sé vivió el último suspiro! No hubo ojos verdes de Esperanza. No vimos a la Nazaret! Ya no hubo esperanza! No hubo brazos acogedores! No salió la Vera Cruz!

Galería de Imágenes y Vídeos: Manuel Molina Bolaños.