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Con un simple bollo de pan

La bondad, la caridad, la humildad, el amor por los demás tiene un nombre: Ángela, si a ello le sumamos el de la Cruz, identificamos perfectamente la inmensa cantidad de calificativos que refieren a esta Santa de los pobres que tanto amor desprendió entre los más necesitados y cuya obra realizó desde las más humilde de las condiciones, siendo una más.

Por ello, no es de extrañar que su llegada a nuestra ciudad haya estado llena de devoción por la calle Santa Ramona, en el humilde barrio de San Juan desde donde, a partir de ahora, mirará con su cara amable a todas las personas que se acerquen a ella.

La tarde del sábado fue una tarde de nervios en la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Humildad, María Santísima de las Lágrimas y Santa Ángela de la Cruz, ¡¡llegaba Madre Angelita!! Pues ella, dentro de su sencillez, huiría del antetítulo de Santa pues ese ya lo llevaba bien dentro cuando visitaba, a diario, a los pobres en Sevilla.

Una iglesia abarrotada esperaba el momento del inicio de la Eucaristía que daría paso a la bendición de la imagen de la Santa realizada por el escultor Jesús M. Romero, de Castilblanco de los Arroyos. Fue él quien, emocionado, nos explicó el proceso que ha llevado el trabajo desde que la Hermandad contactara con él hasta su llegada a Mérida.

Nos habló de casualidades, de circunstancias que, sólo los que creemos, nos señalan hacia esa Providencia que, aunque algunos lo duden, siempre está. Nos habló de que ya la llaman, en la Casa Madre de Sevilla “Santa Ángela de Mérida”, de cómo las hermanas le enseñaron todo lo necesario para una ejecución perfecta “hazla guapa” le fijeron y de cómo fue la estancia de la imagen, primero ante el cuerpo de la Santa y después en la parroquia de su pueblo, Castilblanco de los Arroyos.

Hoy ya está aquí, y la Junta de Gobierno, encabezada por un emocionado Javier Dopico, su Hermano Mayor que tomó posesión esa misma noche, celebraba por todo lo alto la consecución de un proyecto que ha supuesto que muchas personas, de manera anónima, arrimaran el hombro para que la imagen fuese una realizad.

Ahora sólo nos queda disfrutar de su presencia y aprender de su humildad, un simple bollo de pan, junto a su estampa, fue el recuerdo perfecto de una noche para la historia de esta Hermandad y de la propia Ciudad de Mérida.

Fotografías: Manuel Molina Bolaños.

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