La hermandad de la Cena despliega una vez más en las calles su estilo inconfundible, impregnado del fervor de un barrio que a lo largo de los años ha convertido el Domingo de Ramos en su tradición arraigada.

Los capirotes de color granate conquistan las calles de Argentina, exhibiendo sus señas de identidad y su profundo espíritu de recogimiento. En San José, tras meses de preparación, el Señor del Amor retorna a Mérida con su mirada llena de ternura. A pesar de tener a sus amigos a su alrededor, él es consciente de que el final se acerca inevitablemente

Cuarenta y cinco costaleros mecen con devoción la Sagrada Cena bajo la dirección de Juan Manuel Carvajal. Tras ella, llega el turno de Nuestra Señora del Patrocinio, con un grupo de treinta y cinco costaleras que, bajo el paso, derrochan destreza a lo largo de todo el recorrido, con José Antonio Llano y Tania del Rio al frente.

Inmersos en la densa multitud que acompaña el desfile de la cofradía a lo largo de la mayor parte de su trayecto, llegan a uno de sus momentos más especiales: la extraordinaria bajada de la cofradía por José Ramón Mélida hasta Santa Eulalia. En tramos, el espacio se torna insuficiente para albergar a la multitud que quiere disfrutar de tan bellas estampas.

La Plaza España, abarrotada, aguarda la llegada de una hermandad que, sin duda, ha ido creciendo año tras año gracias a su incansable labor durante todo el año. Dejando a su paso una estela de bellas imágenes sobre el empedrado que los lleva hasta la puerta de la Concatedral.

Se aproxima otro de los momentos singulares de esta estación de penitencia: su siempre impresionante paso por el Templo de Diana, entre preciosas chicotás. Primero avanza el “barco” de la Cena, y pasos más atrás, el palio del Patrocinio. Escuchamos entonces las palabras del capataz: “En esta levantá, recordamos a esas hermanas nuestras que no están, por enfermedad, embarazo o maternidad. Esto es por ellas.”

Como es habitual en esta cita, el Grupo de Cámara de la Hermandad los espera en el imponente monumento, interpretando marchas al paso de las imágenes. También podemos escuchar el solo de un saxofonista, acompañado por la Banda de Música de Talavera, que interpreta para el palio.

Deshaciendo el camino recorrido, la hermandad regresa a su barrio, un retorno esperado por los fieles que los han acompañado durante todo el trayecto, sabiendo que la barriada los espera con un abrazo eterno.

Ya en las puertas de la Casa Hermandad, los costaleros se recrean ante la mirada atenta de quienes estamos presentes. Han llegado a casa, pero no desean que termine su noche más esperada.

Lágrimas, fervor y exaltación. Abrazos por el trabajo bien hecho. Con elegancia, han vuelto a regalar a los emeritenses y visitantes imágenes que quedarán grabadas en la retina y en los corazones.

Galería de Imágenes y Videos: José Luis Moreno Palmerín, Marco A. Sánchez Nova, Raúl Flores Hernández y Pedro Armario.