TOP

La pasión se vivió en casa

Crónica del Miércoles Santo 2024. Tres Caídas

Redacción: Manuel López Díaz.

Fotografías: Ángel M. Espinosa Cuéllar y Francisco Rosco Rosco.

La cofradía miró y protegió a sus hermanos, a sus nazarenos, a sus costaleros y por supuesto a sus imágenes.

Lluvia y aire. Más lluvia. Más aire aún. Se acercaba la tarde y seguía el tiempo sin acompañar. Ni los más optimistas las tenían todas consigo. Ver al Señor de las Tres Caídas y a Nuestra Señora de la Misericordia procesionar por las calles de Mérida se antojaba difícil.

Los gestos y las caras de los hermanos de la cofradía durante la mañana y a primera hora de la tarde, ultimando detalles, ya auguraban que no iba a ser año de realizar la estación de penitencia. Y así lo confirmó con la voz rota el Hermano Mayor de la cofradía, Rubén Mancera, que se estrenaba en el cargo. Tras una Junta de Gobierno extraordinaria, reinó la cordura y se optó por no salir de casa.

Quizá no llovía a mares, pero ese puente romano podía ser peligroso y no habría opción alguna para resguardarse. La cofradía miró y protegió a sus hermanos, a sus nazarenos, a sus costaleros y por supuesto a sus imágenes.

Instantes de tristeza, de nostalgia. Las lágrimas se apoderaron del momento. Y es que Mérida se iba a quedar sin ver a ese manto azul que le abraza cada Miércoles Santo. Tampoco iban a ver a la caballería que les acompaña junto con el Cuerpo Nacional Policía, ni la ilusión de los nazarenos más pequeños, ni la de los más veteranos. Así, su barrio, Nueva Ciudad, y sus vecinos se iban a quedar huérfanos durante un año entero.

Pero esto no acabó aquí. Tras la suspensión de la estación de penitencia, la pasión se apoderó de la noche y en la iglesia de Nuestra Señora de Los Milagros se vivieron momentos cargados de emotividad, ya que los portadores de los dos titulares tomaron su sitio y comenzaron a mecer al Stmo. Cristo de las Tres Caídas y a Nuestra Señora de la Misericordia.

Casi sin espacio de maniobra, ambos pasos, muy bien dirigidos, dieron media vuelta dentro de la Iglesia, donde decenas de personas no querían dejar pasar la oportunidad de vez a su cristo y a su madre. Así que, con la banda de fondo y un respeto enorme, ambos pasos comenzaban a girar, a paso lento, entre aplausos, lágrimas, muchas lágrimas, ya que el momento fue muy especial y como el propio Agustín Jiménez, capataz de la virgen, decía: “Disfrutad del momento”. Y tanto que lo hicieron disfrutaron e hicieron disfrutar.

Con el rostro descubierto, ocupando sus varales, al grito de “vivan los costaleros”, realizaron varias levantás, a pulso, entre el silencio y las lágrimas de los allí presente, apoyados por los abrazos y besos que los capataces iban dando a sus cuadrillas.

Tras tomar la palabra los capataces de ambos titulares, la pasión propia de un Miércoles Santo se adueñó del momento, donde recordaron a los que dejaron la tierra para ir al cielo. Esos instantes fueron para ellos y para los hermanos que estaban allí viviendo un día diferente y que tardarán en olvidar.

La Virgen de la Misericordia y el Cristo de las Tres Caídas dieron media vuelta, dándole la espalda a las puertas que les llevaban a su barrio, abrazando la voz rota, de nuevo, de su Hermano Mayor que les emplazaba al Miércoles Santo de 2025, en el que ya están pensando, contando los días para que llegue.

Un 2025 para el que la cuenta atrás ya ha comenzado y con el que ya sueñan, imaginando el momento de ver a la cruz de guía saliendo por la puerta de su iglesia, tomando la Avenida Don Antonio Campos Hoyos hacia el puente romano y pasear, así, de nuevo, por las calles de la ciudad, cubriendo de azul y blanco un Miércoles Santo más.

2024 se recordará como el año de la emoción. De la nostalgia. También de las lágrimas. Del abrazo de los titulares a sus hermanos. Pero, sobre todo, será recordado como el año en el que la pasión se vivió en casa.

Galería de Imágenes y Videos: Ángel M. Espinosa Cuéllar y Francisco Rosco Rosco.

Facebooktwitterlinkedinmail