Fue Ella, Nuestra Señora de la Paz, la que quiso desafiar las previsiones. Fue Ella, la virgen morena de San Francisco de Sales, la que decidió que, en una tarde que se preveía aziaga, tenía que salir a la calle. Fue Ella la que, durante 60 minutos hizo gala de ser Mayor Dolor, Nazaret, Amor Hermoso y Esperanza.

Fue Él, el que en su momento de traición y Prendimiento, quiso ser Remedios, Vera Cruz y Descendimiento. Fueron ambos los que quisieron ser Cruceros, Castillos y Ferroviarios.

En definitiva, realizaron, por todos y todas, una corta Estación de Penitencia de tan sólo 60 minutos hasta que el temporal se hizo presente con toda su soberbia junto al Acueducto de San Lázaro que no fue dique para que el agua mojara la hermosa mirada de la Virgen de la Paz .

Y así las cosas, la Cofradía decidió salir, desafiar al tiempo pero, al final, las nubes traicioneras se hicieron presentes en una tarde que apuntaba maneras. Era un reto, un desafío, lo intentaron y, al menos pisaron la calle.

Al menos pudimos apreciar, nuevamente, el extraordinario misterio del Prendimiento y la dulzura de la Blanca Paloma, la Virgen de la Paz que, en su blancor, se convirtió en la belleza de una tarde traicionera que, sin duda, reventó el Jueves Santo de Mérida.

Un emotivo acto, en el interior de San Francisco de Sales, se convirtió en el gran momento de una Cofradía que salió a luchar contra los elementos y que demostró que, en Mérida, sabemos hacer las cosas.
Y todo en 60 minutos.

Galería de Imágenes y Vídeos: Francisco Rosco Rosco y Marco A. Sánchez Nova.