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Mérida detiene el tiempo al paso del Señor Sacramentado

Los primeros rayos de sol de la mañana ya apuntaban maneras. El verano ha llegado para quedarse y qué mejor inicio que contando con la presencia de Jesús Sacramentado por las calles de la ciudad. La escenografía estaba dispuesta desde primeras horas de la mañana y es que, como sucede con tantas de nuestras tradiciones, parece que el tiempo se detiene ofreciéndonos imágenes de otras épocas.

Juncia, altares, niños de comunión, elegancia en los fieles que se acercaban hasta la concatedral e incienso, olor a incienso en una ciudad que recibe con los brazos abiertos la Custodia que, bajo el templete plateado de Santa Eulalia y el tintineo de sus campanillas, se abre paso para bendecirnos por las calles del centro de la ciudad.

La Concatedral de Santa María acogió la Solemne Eucaristía presidida por el Vicario General de la Diócesis, Mateo Blanco Cotano, que en su Homilía recordó a Mérida como cuna de la Fe y que por ello, qué mejor que Dios se pasee por sus calles y apeló a los fieles a seguir llevándolo por todos los rincones de una ciudad que, en el origen del cristianismo en España, tiene mucho que decir.

Mientras esto ocurría en Santa María, en la Iglesia de El Carmen, cientos de niños de Primera Comunión también se encontraban con Jesús Sacramentado para, desde allí, dirigirse a la Plaza de España en incorporarse delante de la Custodia del Santísimo.

La procesión, acompañada por representaciones de Asociaciones religiosas y Cofradías de la Ciudad, partió desde la Concatedral buscando el primero de los altares, el que anualmente (y aquí sí que no pasan los años) instala el Ayuntamiento emeritense. Los cantos del coro de la Concatedral se alternaban con los de la Asociación Cultural Banda de Música de Mérida que, como viene siendo ya habitual, contrató el consistorio emeritense.

En el Mercado de Calatrava, por la calle Santa Eulalia, elegancia, humildad y buen hacer la Cofradía de la Paz con su altar a Jesús Sacramentado aprovechando la escalinata de acceso y con un Icono de Cristo en el centro. Estampa de otros tiempos en el altar de la Puerta de la Villa con el que instala anualmente la Adoración nocturna con su color dorado.

El sol de justicia comenzaba a hacer de las suyas en la calle Félix Valverde Lillo donde, a la altura de la puerta del Mercado, los Ferroviarios esperaban la custodia con un elegante altar que ocupaba la puerta principal del mismo. Un altar que estaba presidido por la Cruz de Guía y para cuya mesa se utilizaron los antiguos respiraderos del paso del Descendimiento, esa obra de arte que guardan como oro en paño los ferroviarios.

Pasadas las 12.30 llegaba la Custodia a Santa María, en el altar instalado en la fachada del Templo, el Vicario General realizó la Oración final y bendijo a los asistentes, dando por finalizada la procesión mientras los niños tiraban al viento cientos de pétalos de flores.

Galería (Francisco Rosco Rosco):

Video (Pedro Encinas):

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