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Y la niña Eulalia se convirtió en Mártir en el Templo de Diana

Mientras a ciudad vive con intensidad y fervor el Trecenario en honor a la Virgen y Mártir Santa Eulalia en su Basílica, con tres ejercicios diarios en los que los devotos cumplen con la tradición septembrina de la ciudad.

Mientras la ciudad espera con impaciencia el primer domingo de octubre para acercarse a sus plantas en el solemne besamanos en el que fluyen los recuerdos y las emociones… Eulalia volvió a hacerse presente en el Puente Romano para recordarnos el Vía Martyrum, ese camino hacia el martirio de nuestra paisana más universal.

Un acto que emociona y estremece pues nos traslada al día en que Eulalia entra en la ciudad y se presenta, valientemente, ante el pretor para defender sus ideas cristianas aunque ello le lleve al martirio.

Todo perfectamente recreado y con todos los participantes ataviados con vestimentas de la época en la que se desarrollaron los hechos. Livia, que así se llama nuestra particular Eulalia, volvió a demostrar, dos años después de aquella primera vez, que el papel de nuestra niña le viene como anillo al dedo y, comprometida y metida en su papel, hizo que los presentes, por momentos, no pudiera evitar la emoción.

Eulalia recorriendo nuestras calles escoltada por un coro de ángeles, tropas y los máximos mandatarios de aquella Mérida del 303. Eulalia subiendo junto a la muralla de la Alcazaba para recibir sentencia, martirio y muerte en el Templo de Diana con una frase lapidaria “No morirá mi alma, por muy hondo que sea el dolor”.

Y es desde ese momento, desde ese mismo punto que contemplan los siglos de historia de nuestra ciudad, cuando Eulalia se convierte en nuestra Mártir, en nuestra Santita, en nuestra Patrona y comienza su caminar hacia el túmulo de la Basílica que lleva su nombre para postrarnos ante su reliquia, el perpetuo recuerdo que, a todos y cada uno de quienes la visitan a diario, les hace revivir la llama de la Fe en Eulalia.

Esa llama que, este acto, consigue que se avive y que ha calado hondo en la ciudadanía emeritense visto el numeroso público que se congregó a lo largo de todo el recorrido a pesar de haber estado sin celebrarse dos años por la pandemia y que, en un futuro, será una de las citas fijadas en el calendario de la ciudad.

Fotografías: Francisco Rosco Rosco

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