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…Y desde nuestras casas, le recibiremos

Crónica DE la Bendición de las Palmas 2020. #SSMerida2020Virtual

Recordando el Domingo de Ramos de la Sagrada Cena

5 de abril de 2020

Redacción: LUIS MIGUEL GONZÁLEZ PÉREZ

Imágenes: Manuel Molina Bolaños, Y Francisco Rosco Rosco.

…Y desde nuestras casas, le recibiremos.

Es Domingo de Ramos y la mañana, que amaneció luminosa y radiante, poco a poco va tornándose gris, las nubes van lentamente ganándole la batalla al sol, como invitándonos a cambiar los planes que inicialmente teníamos previstos, pero lo que no podrán alterar es nuestro deseo de recibir, como merece, a quien viene a nosotros en nombre del Señor

En los aledaños del Templo de “El Carmen”, como en el resto de los Templos de la ciudad, no se percibe la algarabía propia de un Domingo de Ramos, no se reparten ramos de olivo en sus puertas, ni en su interior se bendicen las palmas. Las calles están vacías, la ciudad en silencio, como desierta. Pero, si escudriñamos tras las puertas de las casas, que ordenadamente se alinean en esas calles, observaremos que en su interior la vida bulle.

Recordando la Bendición de las Palmas

Una amenaza invisible obliga a sus moradores a permanecer en el interior de sus viviendas, y, recluidos en ellas, ahora más que nunca convertidas en Iglesias domésticas, no olvidan que hoy Jesús entrará triunfante en la ciudad. Y para recibirlo, los emeritenses han preparado, con amor, ramitos y palmas con los que adornar puertas, balcones y ventanas. Poco importa el material con el que están confeccionados, o la destreza de las manos, en muchos casos infantiles, que, con ilusión los han preparado.

 

Recordando la Bendición de las Palmas

Jesús, cuando pasee por entre nuestras calles, percibirá el amor de su pueblo, que refugiado en sus casas proclama: “Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en nombre del Señor”, y al ver esos humildes ramitos, que comparten espacio con arcos iris y mensajes de que “todo irá bien”, comprenderá que su pueblo atraviesa momentos duros y que precisa que Él extienda sobre ellos su manto protector, para hacer desaparecer esa invisible amenaza.

Hoy nosotros, su pueblo, su familia, no podremos salir a la calle para tender imaginariamente nuestros mantos en el suelo con los que recibirle, ni podremos recoger ramas de olivo y palmas bendecidas en nuestros templos. El Arco de Trajano no verá discurrir nuestro cortejo bajo sus desnudas y milenarias piedras, ni la Concatedral de Santa María nos acogerá para orar todos juntos en Comunidad. Pero desde el interior de nuestras casas y desde lo más profundo de nuestros corazones elevaremos una plegaria:

Bendice, Señor, nuestro hogar.

Que Jesús, tu Hijo, y su Madre, la Virgen María, reinen en él.

Danos salud, paz, y amor,

para que amándonos y amándoos,

sepamos honrarles en nuestra vida familiar.

Sé Tú, el Rey en nuestro hogar.

Amén.

Imágenes en la Memoria:

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