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Septenario a la Virgen de los Dolores. Segundo día

SEGUNDO DOLOR: La huida a Egipto.

HIMNO: Ay dolor, dolor, dolor.

¡Ay dolor, dolor, dolor, por mi hijo y mi Señor!
Yo soy aquella María del linaje de David:
¡Oíd, hermano, oíd la gran desventura mía!
A mí me dijo Gabriel que el Señor era conmigo,
y me dejó sin abrigo más amarga que la hiel.
Díjome que era bendita entre todas las nacidas,
y soy de las doloridas la más triste y afligida.
Decid, hombres que corréis por la vía mundanal,
decidme si visto habéis igual dolor que mi mal.
Y vosotras que tenéis padres, hijos y maridos,
ayudadme con mis gemidos, si es que mejor no podéis.
Llore conmigo la gente, alegres y atribulados,
por lavar cuyos pecados mataron al Inocente.
¡Mataron a mi Señor, mi redentor verdadero!
¡Dolida!, ¿cómo no muero con tan extremo dolor?
Señora, santa María, déjame llorar contigo,
pues muere Dios y mi amigo, y muerta esta mi alegría.
Y, pues os quedan sin Hijo, dejadme ser hijo vuestro.
¡Tendréis mucho más que amar, aunque os amen mucho menos! Amén.

Del Santo Evangelio según san Mateo (2, 13-15).

Cuando los magos se retiraron, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo».

Palabra del Señor.

INTENCIÓN PARA TODOS LOS DÍAS:

Unidos como hermanos, pidamos al Señor y a la Santísima Virgen de los Dolores:

  • Por todos los enfermos, de un modo especial por todos los afectados por el coronavirus o por enfermedades graves.
  • Por los sanitarios y por todas las personas que, en estos días de crisis, se exponen para servir al bien de todos.
  • Por todos los difuntos.
  • Por los familiares de los enfermos y de los difuntos.
  • Por toda la humanidad.

Pedimos salud para los enfermos, la vida eterna para los difuntos, esperanza y fortaleza a todos los que sirven al bien de los demás, así como a los familiares de unos y otros.

Para todos, pedimos que cese esta pandemia.

ORACIÓN FINAL.

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor,

muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor,

y en tal manera,
que, aunque no hubiera cielo,

yo te amara,
y aunque no hubiera infierno,

te temiera.

No me tienes que dar
porque te quiera,
pues, aunque lo que espero
no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Bendigamos al Señor

Demos gracias a Dios

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