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Explosión de sensaciones en un Martes Santo único en San Juan

Crónica del Martes Santo 2025. Las Lágrimas

Redacción: Paco Vadillo Solís.

Fotografías y Vídeos: José Luis Moreno Palmerín , Paco Rosco Rosco y Manuel Molina Bolaños.

Cara a cara, Santa Eulalia y Jesús de la Humildad, para atraer al centro aromas y pasiones de barrio.

Que el fervor popular que despierta la hermandad de Las Lágrimas en su barriada es alto ya lo conocíamos. Pero con los años, y en éste se ha hecho más evidente, esa pasión por la cofradía se ha ido contagiando por toda la ciudad. Excelente estación de penitencia la que la Hermandad de Jesús de la Humildad, María Santísima de las Lágrimas y Santa Ángela de la Cruz han realizado por las calles de la capital extremeña. Con varios hitos que la convierten en única y especial.

El esfuerzo de su Junta de Gobierno es ímprobo. Siendo la procesión más larga de cuantas se ponen en la calle en la ciudad, pero no les pesa un gramo. Al revés, la seriedad y rigor con la que la cofradía se pone en la calle y regresa a su barrio es tan alta que ahí se demuestra el arduo trabajo realizado durante años por sus juntas de Gobierno.

Las empinadas calles de San Juan fueron testigos, en la salida procesional, de las ganas que existían entre las y los emeritenses por ver una procesión plena, sin amenazas meteorológicas. Y a pesar del intenso frío que sacudió a la ciudad en la noche del Martes Santo, el sol quiso ser protagonista en la salida para acompañar a los dos titulares.

Cientos de personas esperaban agolpadas en las calles para compartir una estación de penitencia que tuvo varios momentos inolvidables. Como la llegada de Jesús de la Humildad al hornito de Santa Eulalia, tras la renovación de la plaza, que sigue su curso, pero que ha permitido que esta cofradía sea la primera de la ciudad que pueda disfrutar de la plataforma única allí creada que, sin duda, otorga mayor magnificencia al discurrir de la procesión.

Cara a cara, Santa Eulalia y Jesús de la Humildad, para atraer al centro aromas y pasiones de barrio. Y así lo hizo también María Santísima de las Lágrimas, con uno de los exornos florales más acertados de lo que llevamos visto en nuestra Semana Santa. Elegante, acorde con lo que representa.

Los 34 costaleros de la virgen desparramaron por toda la estación de penitencia el buen hacer y el buen gusto. Lo mismo ocurrió con las 45 mujeres que llevan a hombros a su cristo. Y que, con los años, han conseguido inundar de silencio y reflexión cada chicotá que realizan.

Y todo esto acompañado por los sones de la banda de Nuestra Señora de la Paz y la de Almodóvar del Río que fueron la simbiosis perfecta con lo que se representaba. Felicidades.

Una noche, este Martes Santo de San Juan, donde pudimos ver muchas caras de felicidad compartida. Como la de su hermano mayor, Francisco Javier Dopico, que se desvela los 365 días del año por su cofradía, y que sereno y sonriente, fue coordinando una estación de penitencia que cada año se supera. Su satisfacción era la del numeroso público que presenció y disfrutó de su caminar.

La subida a la Rambla, con esa anchura que ha adquirido la calle fue sublime. Y la llegada al Templo de Diana se ha convertido en uno de los momentos que debemos recomendar a quien quiera compartir cómo vive la Semana Santa esta cofradía. Con respeto, con pasión, con toques de folclore local y con mucho amor a sus titulares.

El estudio de creación y formación artística ‘Aire Flamenco’ con sede en su barrio, y con una calidad sublime que demuestra Vanesa Blanco, hizo que la marcha que sonaba durante el transcurrir de la virgen frente al Templo de Diana  fuera una parte más, inherente, de la piel de María Santísima de las Lágrimas. Enhorabuena a Vanesa y a sus alumnos y alumnas, y, por supuesto, a la cofradía por querer compartir este momento, que el año pasado vivieron en la intimidad de su barriada, con toda la ciudad. Un Templo de Diana abarrotado que quería acompañar a la cofradía de San Juan. Resultado del gran trabajo que realizan año tras año.

Y así fue también con la actuación de la academia al paso de Jesús de la Humildad, donde saeta, palmas y taconeo se juntaron para hacer una de las muestras de arte local, con sello emeritense, más emotivas.

Tras la carrera oficial, donde las cuadrillas pudieron lucirse con chicotás únicas, tocaba el regreso al barrio. En silencio. Siendo conscientes de la dureza del recorrido. Con frío, pero con la satisfacción de los deberes bien hechos.

Un año donde la hermandad estrenaba nuevos varales y llamador en el paso de cristo. Velas salomónicas y el estreno de la marcha ‘La Humildad de Augusta Emérita’ compuesta por Javier Pozo, y el detalle de la cruz de la hermandad del Calvario en el pecho de la virgen en homenaje a la hermandad, que compartía día y que celebra su 125 aniversario.

Poco más que decir de una cofradía que mantiene la esencia de barrio de la Semana Santa de Mérida. Que crece en rigor, disciplina y saber estar. Y que desparrama amor, humildad y lágrimas por los rincones bellísimos por los que transcurre cada Martes Santo.