
125 años latiendo en morado
Crónica del Martes Santo 2025. Calvario
Redacción: Celia Lafuente López.
Fotografías: Marco A. Sánchez Nova y Raúl Flores Hernández
La catequesis viva del Calvario: una Oración brillante, una Flagelación imponente, un Nazareno solemne y el rostro inolvidable de la Amargura.
“La catequesis viva del Calvario: una Oración brillante, una Flagelación imponente, un Nazareno solemne y el rostro inolvidable de la Amargura”.
Veinte toques de campana rompen el murmullo en el alto del Calvario. La Ermita abre sus puertas y, al instante, el barrio se transforma en un altar al aire libre. El frío cala los huesos, pero no enfría la devoción de cientos de personas que, como cada Martes Santo, se congregan en torno a una de las tradiciones más arraigadas de la Semana Santa emeritense.
El Calvario no es solo un barrio: es una cofradía que se vive en cada esquina, que se respira en el incienso y en el aroma de azahar y rosas. Mientras los músicos ascienden hasta la Ermita, los rostros se iluminan de expectación. Está a punto de comenzar una catequesis viva, una lección de fe en forma de pasos, cirios y silencio.
La Cruz de Guía cruza puntual el dintel de la Ermita. Da inicio la estación de penitencia de una hermandad que este año celebra 125 años de historia. Como manda la tradición, el primer cortejo de nazarenos parte desde el colegio, una costumbre que se mantiene intacta desde sus inicios.
Jesús en la Oración en el Huerto abre el cortejo, marcando el tono íntimo y reflexivo de la procesión. Las chicotás, medidas y artísticas, hablan del mimo con que los costaleros mecen cada imagen. No es hasta la primera levantá de María Santísima de la Amargura cuando se menciona la efeméride:
«125 años de hermandad. 125 años de historia. Vamos a disfrutar por los hermanos.»

Toda la estación de penitencia es una exposición en movimiento de la obra del imaginero sevillano Manuel Pineda Calderón, cuya huella artística dejó una profunda impronta en la Semana Santa de Mérida. La Hermandad del Calvario desfila por escenarios únicos: el pórtico del Foro Romano, el Templo de Diana, el Arco de Trajano… fusionando fe y patrimonio entre cada una de las 19 calles por las que discurre.
En su llegada a la Plaza de España, la cofradía se recrea bajo la mirada emocionada de miles de personas. A las puertas de la Concatedral de Santa María, se vive uno de los momentos más impactantes. La escena conmueve. La Flagelación y el Nazareno hielan el alma. Las sombras proyectadas sobre la fachada de la Concatedral intensifican la solemnidad.
Tras él, avanza María Santísima de la Amargura. Bajo la dirección de Mario Balanzategui, se desliza con una elegancia dolorosa. Su rostro, un poema de pena, conmueve a quienes la ven pasar. En su regreso por la calle Calvario, el barrio entero se vuelca con Ella.
Ya entrada la madrugada, la Ermita vuelve a convertirse en refugio de luz y fervor. El negro de la noche se funde con el morado de la túnica, el brillo de los cirios y la emoción contenida de un barrio que, aunque con frio, vuelve a abrazar a los suyos.
En la memoria de Mérida quedará grabada otra noche eterna, la de los 125 años de Calvario: una Oración brillante, una Flagelación imponente, un Nazareno solemne y el rostro inolvidable de la Amargura.
