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47 minutos de pasión por Mérida

Crónica del Lunes Santo 2025. Infantiles

Redacción: Paco Vadillo Solís.

Fotografías y Videos: Manuel Molina Bolaños y Marco A. Sánchez Nova.

“La salve se cantó dentro, con lágrimas en los ojos, sollozando unidos en hermandad. ”

No era una noche fácil. El curso acelerado de experto en meteorología que cada uno de nosotros hemos realizado en los últimos días, y que carece de base científica y rigor, provocó mil opiniones variopintas con la misma ausencia de rigor y base científica a la que me refería. Es decir, sólo se equivoca quien tiene la responsabilidad de tomar decisiones, y el resto…es muy fácil ejercer de opinadores al antojo de nuestros deseos más personales.

Y con este mejunje dialéctico y pseudocientífico a las 21:23h de la noche salía bajo el dintel de la concatedral de Santa María la imponente talla de Jesús de Medinaceli. La Junta de Gobierno de la Infantil, con el único deseo de proteger su patrimonio personal y patrimonial, tomó la decisión de retrasar la salida procesional. Ninguna Junta de Gobierno quiere que sus tallas y hermanas y hermanos se mojen, decir lo contrario es mentir. Con el corazón en la mano y siendo lo más prudente que pudieron quisieron regalar a la marea de capirotes rojos y al numeroso público que pacientemente le aguardaba en el recorrido, una estación de penitencia que forma parte de la identidad de la ciudad.

¿Se arriesgaron? Podríamos debatirlo, pero lo que es evidente es que ver a las tallas de la Infantil por la calle es un privilegio que tenemos las y los emeritenses y quienes nos visitan. Por esto, felicitar a la Junta de Gobierno por la valiente decisión. Tengamos claro que quienes sufren primero, y quienes tienen el corazón en su mano ante las adversidades meteorológicas son ellas y ellos. Risquete y Paredes, sus capataces, llevaban con serenidad y tensa calma el discurrir del Medinaceli por la Plaza de España a los sones de la OJE de Mérida. El viento permitía ver ese movimiento sinuoso de su túnica. Todos los ingredientes perfectos para provocar la abstracción que este cristo regala a la ciudad cada Lunes Santo. Salió y convenció, una vez más.

Unos minutos más tarde le tocó el turno al Santísimo Cristo de las Injurias, obra Bien de Interés Cultural realizada por Blas Molner a finales del siglo XVII. Mientras sus 54 portadoras y portadores iban esquivando la puerta de Santa María comenzó débilmente a llover. Y así estuvo durante unos 4  minutos. A partir de ahí, la cofradía, sabiendo la responsabilidad que conlleva poner una procesión en la calle, aún habiendo decidido reducir su recorrido, decidió volver para casa. Es muy difícil gestionar los nervios y las pasiones en estos momentos de incertidumbre. Y muy fácil realizar juicios de valoración sobre ello. Pero lo que marca el respeto y la empatía es asumir que existía un riesgo, casi incontrolable, y que la decisión de volver a la concatedral era la que más seguridad generaba. A partir de ahí, todas y todos podemos jugar a ser hermanos mayores, pero no olvidemos que esto no es un juego y que las decisiones se toman por el bien de toda la hermandad.

La banda de Cornetas y Tambores Virgen del Pilar de Villafranca de los Barros seguía tocando marchas, las penitentes del Medinaceli y de las Injurias continuaban en silencio realizando su estación de penitencia hasta donde marca la Junta de Gobierno. La hermandad decidió que Medinaceli bajara por San Francisco y las Injurias por Trajano, serenos, intentando contener los nervios.

Hubo un momento único cuando Jesús de Medinaceli y el Santísimo Cristo de las Injurias cruzaron sus miradas entre Félix Valverde Lillo y Trajano. Ahí se paró el tiempo. Dos obras de arte de nuestra Semana Santa juntas.

Eran las 22:10h cuando el Medinaceli agachaba su paso bajo el dintel de Santa María. Habían transcurrido 47 minutos desde su salida. Se había intentado, pero no fue posible. Aún así nos volvieron a regalar un cortejo ordenado, riguroso, y a dos imágenes que silencian a cualquiera ante su presencia. Fuimos afortunados durante 47 minutos y el día después lo valoramos aún más.

Dentro de casa, de la concatedral, se quedaron apesadumbrados los costaleros de Nuestra Señora del Rosario. Un sentimiento que no se puede describir con palabras porque no existe el lenguaje escrito del corazón. Pero sus caras eran la viva expresión de la frustración. Miraban a su titular con melancolía, no podían evitar mirarla frente a frente. Muchas preguntas con la única respuesta del abrazo de una madre a sus hijos por no poder lucirla por las calles de la capital extremeña. Todos conocemos la excelente tarea que José, Dani, Miguel Ángel y Alberto realizan como ‘ojos’ de sus 35 costaleros. El tiempo nos ha privado de disfrutarlos por las calles de Mérida, pero no de reconocerles la calidad que cada Cuaresma reflejan en su cuadrilla. Tendremos que esperar un año para disfrutarles por los adoquines de las vías emeritenses.

La salve se cantó dentro, con lágrimas en los ojos, sollozando unidos en hermandad. El público esperaba fuera, algo lógico y justo para las hermanas y hermanos que se quedaron sin completar su estación de penitencia. Necesitaban, y era obligado, que vivieran el momento de hermandad unidos en el interior de su templo. Dejarles unos minutos con sus titulares en oración. El pueblo es experto en exigir y ofrecer poco, pero quien no entendiera que la concatedral debía ser durante unos minutos un espacio en comunión sólo para las hermanas y hermanos de la Infantil que componían la procesión, es que no entiende el porqué de la vida en hermandad dentro de las cofradías, y, por ende, el respeto a las pasiones personales.

Luego se abrieron las puertas para que todo el mundo pudiera contemplar a los titulares. Rezarles. Orar junto a ellos. Antes se sucedieron saetas, marchas de la banda de Guillena, y lágrimas, muchas lágrimas. Al menos, la Infantil pudo regalarnos 47 minutos de pasión por Mérida. No sé ustedes, pero yo siento gratitud con la hermandad por ese tiempo que nos han regalado.