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Lunes Santo en Mérida: devoción, futuro y belleza

CRÓNICA LUNES SANTO 2019
Fecha:
15 de abril de 2019
Redactor:
Luis Miguel González Pérez
Fotografías:
Marco Sánchez Nova
Manuel Molina
Francisco Rosco
 

 “La procesión está en la calle, y en su deambular por Mérida, el penitente dirige su mirada permanentemente a la azotada espalda de su Cristo de la Injurias”

Lunes Santo en Mérida, la Cofradía Infantil va tejiendo su mosaico de capas rojas y túnicas blancas en la Plaza de Santa María. Desde sus cuatro puntos cardinales se incorporan a este mosaico los que son el futuro de nuestra Semana de Pasión, y sus inocentes rostros evidencian la emoción y el entusiasmo que solo los niños manifiestan con espontaneidad. Largas filas se forman para acceder a la Concatedral a través de su Puerta de la Misericordia, y a través de la cual ese manantial de alegría va accediendo al Templo. Vadeando ese manantial de esperanza, recibiendo toda esa vivacidad y fuerza, van entrando también al Templo: portadores, costaleros, damas, penitentes … Uno de ellos, un penitente, entra en Santa María y lentamente se dirige a cada una de las tres imágenes que esta noche compondrán la Estación de Penitencia de hoy, y mirando a los ojos de cada una de ellas, eleva una plegaria. A continuación, dirige sus pasos al lugar donde vestirá su túnica, ceñirá su cíngulo de soga y esperará el momento en que su imagen atraviese el dintel de salida de la Concatedral, para acompañarle en su recorrido por las calles de Mérida. Uno de sus capataces se le acerca, le abraza y le dice: “ánimo Hermano, sabes que estás con nosotros”, y el penitente no puede ya controlar su emoción y las primeras lágrimas brotan de sus ojos.

Lunes Santo 2019. Cofradía Infantil
Fotografía: Manuel Molina

Nuestro Padre Jesús de Medinaceli se prepara para salir. La algarabía infantil se torna silencio y respeto. Todas las miradas se dirigen al rostro tranquilo y hermoso de Jesús que, lentamente, atraviesa el interior de la Concatedral, sostenido sobre los hombros de sus portadores y portadoras, para atravesar el dintel de su puerta y encontrarse con millares de personas que le esperan en la Plaza de España. El penitente observa el paso de la imagen de Jesús de Medinaceli, y como tras él, otros penitentes, con sus manos amarradas, se disponen también a acompañarle. Desde el exterior llegan los sonidos de Banda de cornetas y tambores de la O.J.E. y de los aplausos de los fieles que se congregan para presenciar su salida y animar el esfuerzo de sus portadores.

En el interior de la Concatedral, el Santísimo Cristo de las Injurias espera. Sus portadores realizan su primera “levantá” y el silencio, de nuevo, se apodera del Templo. El penitente no puede apartar su mirada de la mirada de Cristo, quien a su vez la dirige al cielo, como queriendo hacer llegar a través de ella, todos los anhelos de quienes se encomiendan a Él. El silencio solo se rompe con el rachear de los pies de los portadores y portadoras, que encorvan sus espaldas para sortear la puerta de salida de la Concatedral, y el penitente hace descender su cubrerostro, dirige hacía su Cristo una oración. Difícilmente puede contener su emoción. Coge su cruz, la coloca sobre su hombro y así, sostenida entre el suelo y el cielo, la mantendrá hasta el término de su Estación de Penitencia, caminado tras su Cristo.

Lunes Santo 2019. Cofradía Infantil
Fotografía: Manuel Molina

Tras él, ya en la Plaza, escucha los ecos de la salida de Nuestra Señora del Rosario, la Virgen Madre de la Cofradía Infantil, y parece sentir el cariño y la devoción con la que todas las personas congregadas alrededor de la Concatedral escuchan la “Salve a la Virgen del Rosario”, que interpreta el Coro de Mérida y la Banda de Música de Bollullos del Condado: “… Como un infantil sigo tu manto. Esta es la oración que se me escapa. Mérida se rinde a tus encantos, Mérida se rinde a tu mirada. Salve Reina y Madre del Rosario …” El penitente no la ve, pero siente su presencia protectora.

La procesión está en la calle, y en su deambular por Mérida, el penitente dirige su mirada permanentemente a la azotada espalda de su Cristo de la Injurias. Se aferra a su Cruz, sintiendo su amorosa protección, y sus oraciones y plegarias son solo interrumpidas por la belleza de las estampas que ante sus ojos se van sucediendo. Cómo la de la imagen del Cristo de las Injurias recortada entre los muros del Convento de las “Encerradas”, o sobre la Puerta de la Villa, en la que penitente siente bajo sus pies los ecos de esas primeras oraciones que vivieron en la “Domus Ecclesiae” hace XVIII siglos. Lentamente la procesión se dirige de regreso a la Concatedral, y la Banda de cornetas y tambores Virgen del Pilar, en la que se integran un nutrido número de jóvenes emeritenses amantes de la música, desgrana su hermoso repertorio, permitiendo bellísimas escenas en el Templo de Diana o en el Conventual Santiaguista.

Lunes Santo 2019. Cofradía Infantil
Fotografía: Francisco Rosco

Uno tras otros los pasos van retornando a la Concatedral, un último esfuerzo de sus portadores y portadoras, así como de sus costaleros, y una vez todos dentro del Templo, las gargantas de todos los allí congregados se unen para entonar la Salve. Un momento de intensa emoción para todos los que sienten a la Cofradía Infantil como algo importante en sus vidas. La procesión ha concluido, y el penitente busca con su mirada los ojos del Cristo de la Injurias y de despide de Él, agradeciéndole el poder haber seguido sus pasos un año más, confiado en que sus miradas volverán a encontrarse cada domingo.

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