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Todo se ha cumplido

Crónica del jueves al viernes santo. descendimiento. cofradía del calvario 2020. #SSMerida2020Virtual

Recordando la Madrugada del Jueves al Viernes Santo. Descendimiento del Cristo del Calvario

Madrugada del 9 al 10 de abril de 2020

Redacción: josé miguel galán

Imágenes: luis zama, maría bermejo, y Manuel Molina Bolaños.

TODO SE HA CUMPLIDO.

Son las doce de la noche y comienza la Madrugada del Viernes Santo. Este año, sin embargo, mi túnica está guardada en el armario y en ella no hay restos de cera del Martes Santo. Llevo mi medalla del Calvario colgada al cuello y eso me hace sentir conectado con mis hermanos allí dónde estén.

Por un momento parece que nada de todo esto tiene sentido. Me asomo a la ventana y a lo lejos, en lo alto de El Barrio, me parece escuchar el eco de una campana que toca a muerto, y de repente todo parece más oscuro: todo Mérida se oscurece y solo se ve en el cielo el leve resplandor que indica que en algún lugar hay una luz. Miro mi reloj y ya es tarde, una fuerte somnolencia me invade; cierro los ojos, ¿acabó para mí ya esta Madrugada?

Siento frío y en la oscuridad, en medio del silencio, escucho cada vez con más claridad aquella campana lejana y el resplandor de la luz se acerca a lo lejos hacia mí hasta que consigo distinguir cada uno de los cirios.

No sé cómo es posible pero se acerca hacia mí el cortejo procesional de la Hermandad del Calvario. “Los moraos” van pasando a mi lado en absoluto silencio, portando cada uno de ellos un cirio que apenas ilumina el suelo que pisan. Giro la vista y aparece ante mí la imponente visión del Santísimo Cristo del Calvario crucificado portado por hombres que parece que avanzaran sin mover sus pies; su discurrir es lento y me permite observar, como cada madrugada de Viernes Santo, cada una de las heridas que hay en el cuerpo inerte  de Jesús, el Nazareno.

Recordando la Madrugada del Jueves al Viernes Santo. Descendimiento del Cristo del Calvario

Siento una sensación de mareo, vértigo y movimiento; y al momento, cuando recupero el equilibrio, estoy junto a la cruz. La campana ya no suena y solo queda un silencio ensordecedor, que provoca que yo escuche cada latido que golpea mi pecho. No sé como, pero estoy subido a una escalera y el rostro de Jesús casi pega con mi cara.

Él está muerto, pero su expresión es dulce. Ha sufrido y padecido, pero ahora desprende una inmensa paz. Su piel es blanca, muy blanca, y no puedo dejar de desear quitarle esos clavos que le amarran todavía al madero. “Dulce madero, dulces clavos que habéis sido elegidos para sostener al Rey de los Cielos”.

Es entonces cuando le toco, cojo su mano, y no sé si yo sujeto su mano o es Él, el que me sostiene a mí, porque ya no existe escalera, ni silencio, ni noche; por un momento, en el mundo solamente existimos Él y yo, solos, en la oscuridad y el silencio, o ni siquiera eso: en la nada, o quizá en el todo.

Solamente hay una gran luz en medio de todo el vacío y surge de su rostro, de sus manos, de su costado, de sus pies.

Mientras dejo caer suavemente su mano sobre las caderas, parece que es el mundo el cae hacia no sé dónde. Una vez sin clavos que le aten al suplicio la hora toca a su fin, en definitiva “Todo está cumplido”. Como si de un niño se tratara, lo cojo en mis brazos: no pesa, pero parece que tuviera en mis brazos el peso del Tiempo, de toda una Humanidad que sufre.

Es hora de que descanse en paz, descanse en el mejor de los lechos que pueda darle, un lecho de terciopelo morado, …  pero este mundo no puede estar mucho sin Él, no puede olvidarnos y olvidar su promesa: sólo tres días. Tres días habremos de esperar para ver su resplandor restablecido. Descansa ahora buen Jesús del Calvario, pero pronto la eternidad será tuya, serás Tú mismo en tu Gloria, junto con el Padre, que has hecho nuestro Padre.

De pronto, vuelvo a escuchar el silencio, vuelvo la mirada y veo de nuevo las túnicas moradas y las capas blancas de mis hermanos que inundan todo a mi alrededor. Se alejan y quedo en completa oscuridad, cierro los ojos, pierdo la consciencia.

Recordando la Madrugada del Jueves al Viernes Santo. Descendimiento del Cristo del Calvario

Cuando consigo abrir de nuevo los ojos la luz del día me ciega, ¿qué ha pasado? Estoy apoyado junto a mi ventana, aun llevo en mi pecho mi medalla del Calvario y mis zapatillas están llenas de cera.

Tengo una sensación de esperanza que me hace sentir pleno. Pienso en lo que viví en la noche y siento que no he sido el único, esta madrugada, como cada año, los cofrades del Calvario hemos cumplido, con corazón abierto y dispuesto, al acompañar a Jesús en su Cruz y dejar todo dispuesto para que como cada Viernes Santo, el cortejo del Santo Entierro pueda teñir de morado las calles de Mérida.

No sé cómo pero en 2020, hubo Estación de Penitencia en la Madrugada de Mérida.

Imágenes en la Memoria:

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