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Resurrección desde el minuto uno

CRÓNICA RESUCITADO 2018
Fecha:
madrugada del 31 de marzo de 2018
Redactor:
Mario Hernández Maquirriaín
Fotografías:
Luis Zama Álvarez
Manuel Molina Bolaños

“¡Aleluya! Va gritando por una Puerta de la Villa abarrotada de público portado por sus costaleras, mientras la Virgen avanza lento, buscando al Resucitado mientas suenan las “Alboreás”.“

Mérida celebra la resurrección de Cristo desde el minuto uno. Así, en la medianoche, el atrio de Santa Eulalia anuncia con fuegos artificiales que el sepulcro está vacío, que Cristo ha vencido a la muerte y que ha vuelto a la vida, que el templo se destruyó y lo levantó en tres días. Cristo resucita en Santa Eulalia para toda Mérida y toda Mérida se rinde a los pies del hercúleo Resucitado de Zancada que, en señal de victoria, sale a la Avenida de Extremadura alzado por sus jóvenes portadores.

Cuando ocurre todo esto, la Virgen del Mayor Dolor continúa desconociendo la buena nueva. No será hasta la Puerta de la Villa cuando San Juan, ese discípulo amado de los Ferroviarios, llegue con la buena nueva y, vestida de blanco, celebre con júbilo su encuentro con el hijo arrebatado por el odio de los hombres que ha vuelto a la vida.

Es San Juan el que anuncia a los cuatro vientos la buena nueva. ¡Aleluya! Va gritando por una Puerta de la Villa abarrotada de público portado por sus costaleras, mientras la Virgen avanza lento, buscando al Resucitado mientas suenan las “Alboreás” de la garganta de Joaquín Mateos. Es, sin duda, el mejor epílogo de la Semana Santa, el broche de oro a días de penitencia y oración y momento que da sentido a todo lo que los cofrades han ido haciendo durante los últimos seis días

Resucitado 2018. Cofradía del Nazareno
Fotografía: Luis Zama Álvarez

“Sois semillas sembradas” dice el Resucitado que avanza por la calle Berzocana buscando el Templo de Diana y la Carrera Oficial. Le preceden San Juan y la Virgen en un cortejo multicolor en el que se funde el verde y negro de los ferroviarios con las túnicas blancas almenadas de los castillos dejando el morado penitencial atrás para anunciar el Domingo de Gloria.

La madrugada va ganando la partida y el cortejo avanza por la Plaza de España. Mérida celebra con júbilo la resurrección para que, en la mañana del Domingo, nos despertemos con la alegría de haber conocido la buena nueva.

Así las cosas, pasadas las tres de la mañana se recoge el cortejo en la Basílica de Santa Eulalia y comienza la celebración con una gran chocolatada que, al relente, se agradece. Broche de oro a una Semana Santa brillante en la que las Hermandades y Cofradías han puesto toda la carne en el asador para mostrar la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo a propios y extraños. Broche de oro para los portadores y costaleros, hombres y mujeres que cierran así un ciclo de meses de ensayos y dedicación para portar dignamente a sus imágenes titulares.

El Resucitado apunta con su mano al cielo para anunciarnos la gloria y los cofrades cuentan hacia atrás los 377 días que faltan para un nuevo Domingo de Ramos.

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