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Crónica Martes Santo (Calvario) 2016

Fecha:
22 de Marzo de 2016
Redactor:
Mario Hernández Maquirriaín
Fotografías:
Paco Rosco
José Luis Garrido
Antonio Moreno Barriga
“El rostro dulcemente dolorido de Jesús en su flagelación, es el rostro de todos los que, a lo largo de cada día, van soportando el desprecio de los demás, los abusos de poder y autoridad, el maltrato y la deshonra. ”

AMARGURA DE MARTES SANTO

Cuando la noche cerrada cubría la ciudad de Mérida, la Cruz de Guía de la Centenaria Hermandad del Calvario se plantaba en la calle para anunciar que íbamos a asistir a un resumen de la Pasión de Cristo en la que se iba a derrochar arte costalero y exquisitez en un cortejo elegante, compactado y en el que nada estaba dejado a la improvisación. El Calvario demuestra que, cada año, puede darse una lección de cómo sacar una cofradía a la calle, jugando con los tiempos de manera que, cada momento, tenga el justamente necesario.

La Pasión de Cristo se inicia el Martes Santo en su Oración en el Huerto de Getsemaní. Rememorando la noche oscura de silencio, con la ausencia del Cáliz en la mano del Ángel, rememorando el estreno, hace décadas de la túnica morada, finamente bordada, que realza, más si cabe, su morenez. Cáliz que, en esta jornada de Martes Santo, no ha pasado para las familias de las víctimas del atentado de Bruselas. Nuevamente, la barbarie terrorista vuelve a hacerse presente en los crespones de la delantera de los pasos que, en señal de duelo, rezan por ellos.

Cristo reza en el huerto, llora y suda sangre porque es consciente que, veinte siglos después, hay gente capaz de tomarse la justicia por su mano matando en nombre de Dios mientras Él, Verbo Divino,  va a morir por la humanidad. Su único consuelo, las extraordinarias melodías de la Agrupación Musical Santa María de la Esperanza. Jóvenes a los que los cofrades tienden la mano para que el cáliz de Amargura pase de sus vidas y les llegue la esperanza.

Fotografía: José Luis Garrido

Fieles a una elegancia a la que ya nos tienen acostumbrados, la Hermandad del Calvario nos hace pasar de un exquisito Huerto de los Olivos al patio pretoriano donde dos sayones lo van flagelando a pasito corto. El rostro dulcemente dolorido de Jesús en su flagelación, es el rostro de todos los que, a lo largo de cada día, van soportando el desprecio de los demás, los abusos de poder y autoridad, el maltrato y la deshonra. Así, mientras la Banda emeritense La Pasión rasga el negro de la noche con sus notas, los sayones se muestran tal cual fueron concebidos, con la ropa tallada, alejados de todo ornato. Sin duda, otro acierto de este Martes Santo.

Por Francisco Almaraz se hace el silencio ante la llegada del Nazareno de Pineda. Sereno, solemne, cabizbajo, avanza por la cuesta de la Parroquia buscando la Concatedral de Santa María, el templo que lo cobijara en su día. Silencio de oración y penitencia. No hay nada que pueda distraer al espectador de la contemplación del fabuloso trono dorado en el que, sobre maleza exquisitamente colocada y corcho de la tierra extremeña, se pasea el Nazareno.

 

Fotografía: Antonio José Moreno Barriga

El Calvario es más Calvario en su barrio, nadie lo duda. Barrio cofrade por excelencia y barrio que se convierte en joyero exquisito de su más preciada joya. De aquella que da su nombre y sentido a un callejón cada Martes Santo. Cuando la Amargura planta su paso en su barrio, todo es belleza y elegancia. Maestría de una priostía que, sin duda, ha conseguido darle el toque perfecto para que, cuando llena de luz la noche, la Amargura deje ese sabor dulce que provoca que la busques por las calles Santa Julia y San Francisco. Sin duda una delicia.

Noche de confidencias en Santa María ante Nuestra Señora del Rosario que, por su aniversario, sale a la puerta a recibir a los que, en su día, compartieran espera cofrade cada Martes Santo. Amargura y Rosario frente a frente, por unos minutos. Conversación silenciosa como la del Señor de la Oración que, frente a Rosario, elevó un poco más la mirada.

Y vivido el momento cúlmen del Martes Santo, iniciamos el Miércoles Santo despidiendo a la Amargura con la sensación de que el tiempo se ha detenido porque, en el Calvario, cada día, cada hora, hay esencia de Martes Santo.

Galería Fotográfica:

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